Cada día que pasa tengo más claro que el futuro de la radio deportiva es opinión, opinión y más opinión. El piloto de Fórmula Uno que tiene la fortuna de coger un volante "libre" está en la obligación de aprovecharlo, y sucede lo mismo con un micrófono. Yo creo que cuando a un comunicador le conceden el privilegio de poder utilizar uno de los pocos micrófonos que quedan "libres" tiene la obligación moral de agarrar el toro por los cuernos sin titubear, aunque el morlaco le pegue, de vez en cuando, una cornada o le revuelque por el albero. Gajes del oficio. José María García tenía mucha razón cuando decía aquello de que la indiferencia del oyente es el encefalograma plano del comunicador.
Llevando esa teoría hasta sus últimas consecuencias podríamos llegar a la conclusión de que futbolistas, directivos, entrenadores y representantes constituyen un "mal necesario", aunque no imprescindible para la radio deportiva. La pregunta que me hago es la siguiente: ¿de verdad le interesa a un oyente lo que pueda "no decir" un futbolista que se retira a los vestuarios, sudado, enfadado por aquella clara ocasión de gol que falló al principio del partido?... ¿O lo que pueda "no decir" sobre un jugador su intermediario, atado de pies y manos, pendiente de la llamada de un presidente para llevarse su diez por ciento?... En el fútbol español cada vez habla menos gente, y cuando lo hace es para decir naderías. No recuerdo la última vez que alguien del fútbol me dijo algo interesante en antena, y eso es porque ellos no tienen una "deuda" con los oyentes, pero quienes nos dedicamos a la radio deportiva sí.