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Ignacio Cosidó

El Gobierno mágico de ZP

El problema no es sólo que la lógica política, e incluso la razón democrática, se sustituyan en la toma de decisiones por la intuición del líder, sino que esa ausencia de lógica se aplica también al análisis de los resultados

Sin cuestionar la legitimidad de su triunfo, muchos españoles creemos que Zapatero llegó al poder más por la fuerza del azar que por sus propios méritos. Él mismo debe haberse preguntado alguna vez cómo es posible que haya llegado donde ha llegado. Como no existe una explicación racional, sino más bien una sucesión de casualidades en su trayectoria política, es muy probable que su conclusión sea que estaba predestinado para ello.
 
Con esta convicción, resulta lógico que para él la clave para gobernar sea dejarse llevar por sus impulsos, más allá del análisis lógico de los problemas. Como hombre predestinado para gobernar se cree dotado de un don especial que le inspira soluciones mágicas a problemas aparentemente de una complejidad extrema. Es más, cuando se ve acorralado por sus interlocutores, como ocurrió la semana pasada en sus reuniones con las victimas del terrorismo, saca a colación un mayestático “confiad en mí”, que es tanto como decir “confiad en mi magia”, que contra todo pronóstico y contra toda lógica, me ha traído ante vosotros.
 
Este sentimiento mágico tiene en realidad mucho que ver con el cataclismo del 11-M, que probablemente interpretó como una señal de que su momento había llegado. Toda esta amalgama de supersticiones y complejos convierte a ZP en un político extraordinariamente peligroso. Es más, este sentimiento de haber sido designado por no se sabe qué extraña fuerza cósmica para regir los destinos de España le ha conducido ahora a un intento de salvar el mundo a través de una nueva Alianza de Civilizaciones, de la que pretende convertirse en líder espiritual. Zapatero une así a su reconocida falta de preparación para gobernar y a su constatada inconsistencia personal, una fe inquebrantable en su buena suerte y un complejo de superioridad respecto del resto de los mortales, que carecemos de su proverbial intuición para decidir qué es lo que hay que hacer en cada momento.
 
La realidad es que este supuesto Gobierno mágico de Zapatero, cuya fuerza última se encuentra más allá del dominio de la razón, se está transformado progresivamente en un Gobierno maléfico. El peligro de renunciar a la lógica en la adopción de decisiones es que uno termine por instalarse en el error como un estado natural. El coste de apostar permanentemente por las opciones más arriesgadas, confiando únicamente en su buena estrella, es que uno termine por arruinarnos a todos.
 
Todas las profecías de Zapatero, y han sido muchas en este año largo en La Moncloa, se han demostrado falsas. Anunció que en seis meses solventaría el histórico conflicto del Sahara y hoy nos encontramos de nuevo al borde de la guerra. Confió en Chirac y Schoreder como sus grandes aliados en Europa y hoy ambos políticos se encuentran prácticamente desahuciados políticamente. Apostó por que el candidato demócrata Kerry vencería en las presidenciales en Estados Unidos y se encontró con un fortalecido Bush al que había insultado y agredido reiteradamente. Decidió liderar la ratificación de la llamada Constitución Europea y el proceso ha descarrilado en Francia y Holanda. Esperaba una declaración de tregua de ETA tras iniciar el proceso de dialogo y los terroristas le pagaron sus concesiones con un coche bomba en Madrid. Apostó por un cambio político en el País Vasco y nos ha situado en un escenario peor que el del Plan Ibarretxe. La lista podría ser más larga, pero valgan estos ejemplos.
 
Sin embargo, en el Gobierno mágico de ZP todo esto carece de importancia, no son más que pequeñas tormentas pasajeras tras las cuales el arco iris, símbolo de un mundo feliz anunciado, brillará con más intensidad. El problema no es sólo que la lógica política, e incluso la razón democrática, se sustituyan en la toma de decisiones por la intuición del líder, sino que esa ausencia de lógica se aplica también al análisis de los resultados. Los fracasos son transformados así de forma inmediata en grandes éxitos tras el inmenso telón mediático construido sin ningún pudor por el Gobierno.
 
Aún más, la magia de ZP tiene incluso el poder de cambiar el significado de las palabras y de los conceptos. El Gobierno de Zapatero, como la caverna de Platón, es un mundo de imágenes y no de realidades. Lo importante en su acción de gobierno es transmitir la sombra que en cada momento mejor se acomoda al gusto de quien la visualiza, sin importar si al final esa imagen está profundamente manipulada respecto de la realidad. Así, conceptos básicos y fundamentales para nuestra convivencia como Nación, Familia o Paz son deformados y relativizados cuanto sean necesario a fin de que encajen en un puzzle que empieza a ser imposible e insoportable. Ojalá que la razón democrática pueda deshacer pronto el maleficio.     

Ignacio Cosidó es senador del Partido Popular.

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