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Luis Hernández Arroyo

¡Es el Poder estúpido!

Que a nadie le quepa duda ¡ni por un segundo! de que la deriva ideológica, la pérdida en Europa de ese espíritu de cooperación, de esa alianza natural con EEUU, tiene mucho que ver con su postración económica

Los análisis sobre los desequilibrios mundiales de ahorro e inversión suelen ser triviales y unidireccionales. ¿Quién tiene la culpa del enorme déficit exterior americano? Los americanos, naturalmente. Parece mentira, pero una cosa que se traduce en un excesivo déficit de uno y un excesivo superávit de otro, acaba teniendo un solo causante. La omisión de la otra parte del desequilibrio es uno de los lapsos cometidos habitualmente. Los americanos son malos chicos, porque no ahorran lo suficiente. Ergo, habría que concluir, los chinos son virtuosos, porque ahorran mucho. Además, los americanos, como son malos, no se merecen el ahorro que reciben del resto del mundo. ¿Es injusto, como dicen muchos, que el ahorro mundial se dirija a cubrir el déficit USA? Así lo creen la mayoría de la prensa especializada. Lo que es injusto es introducir juicios morales, además erróneos, en el análisis económico. Como recuerdan algunos pocos (D. Lachman, Financial Times, 28 junio), esto implica olvidar la injerencia del Gobierno chino en los mercados internos y externos. China y su agresiva política, desde hace un decenio, de tipo de cambio artificialmente bajo, ha acentuado enormemente los desequilibrios comerciales y, por ende, los desequilibrios de ahorro ¿Desde cuándo no hay relación entre los desequilibrios comerciales y de ahorro? Si un país logra por medios artificiales un permanente superávit exterior, algo tendrá que ver con el déficit de otras zonas del mundo. Si China no hubiera forzado tanto su depreciación, los desequilibrios ahorro-inversión no serían ahora tan pronunciados. Lo ha podido hacer, además, porque tiene un férreo control sobre sus empresas y mercados, teóricamente privatizados, pero absolutamente controlados. Hace un par de décadas, todos creíamos que el desarrollo chino conduciría a una doble apertura, democrática y económica. Fue enormemente ingenuo pensar que el progreso ablandaría al poder.
 
Al llegar aquí se produce en el análisis otra omisión (tantas omisiones invitan a pensar en un problema freudiano que debería ser tratado por los psicólogos) para mí más importante: Que el problema no es sólo de EEUU, sino también de Europa. China está arrasando los mercados europeos con su competencia administrada desde el poder. Pero los líderes europeos están ensimismados con su constitución, diseñada para contrarrestar y anular a su particular “imperio del mal”.
 
Obsérvese la diferencia: hace veinte años, EEUU tenía un déficit exterior excesivo. El espíritu de cooperación entonces reinante dejó jugar a la lógica económica: el dólar se devaluó, Alemania y Japón dejaron apreciar sus monedas, y además ambos países crecieron fuertemente, con lo que hubo un efecto renta y un efecto precio que corrigió el desequilibrio sin grandes traumas. ¿Cabe pensar hoy en un tal espíritu de colaboración? Que a nadie le quepa duda ¡ni por un segundo! de que la deriva ideológica, la pérdida en Europa de ese espíritu de cooperación, de esa alianzanaturalcon EEUU, tiene mucho que ver con su postración económica y, lo que es peor, la decadencia que viene a toda velocidad. Mientras en el Congreso de EEUU empiezan a plantearse como hacer frente al error conceptual cometido con China, en Europa seguimos a nuestro rollo progre, multicultural y decadente, y pretendemos “colar” allí nuestros productos y empresas a base de plegarnos políticamente y de hacer sumisos viajes comerciales. Pero, ¡No todo es economía, estúpido!

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