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Antonio Sánchez-Gijón

Réplicas selectivas

no hemos oído, y mucho menos en este comunicado, el reconocimiento o la declaración de las responsabilidades estrictamente militares en la contratación de aviones, seguimiento de los contratos, controles, inspecciones de seguridad, etc.

Es difícil no pensar en la inquietante imagen de “militares que deliberan” suscitada por el comunicado de la llamada “cúpula militar” en torno a la cuestión altamente politizada de la reprobación por el congreso de los diputados a la persona del anterior ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa y de la secuencia de hechos que le siguieron.
 
Aunque es cierto que el anterior ministro lanzó una acusación genérica y alguna específica sobre responsabilidades recayentes en la esfera militar por el accidente del avión Yak 42, su acusación fue formulada en el parlamento y, por lo tanto, debería haber estado protegida por el fuero que da libertad de expresión política a los diputados, sin necesidad de escolio o comentario de quienes tienen sus canales de expresión institucional a través del ministro de Defensa. Al actual ministro, por lo visto, le parece bien que otros den alguna vez la cara por él. Y a estos otros les parece bien darla por él, es decir, darla en nombre de una persona, como el Sr. Bono, que está metido hasta las cejas en este contencioso político. No crean los señores de esa “cúpula” que su comunicado puede interpretarse de otra manera que como un servicio político al gobierno.
 
En su comunicado, los componentes de la cúpula militar se muestran bastante selectivos en el uso de sus argumentos. En realidad, este es el aspecto más interesante de su démarche, que pone en evidencia lo desaconsejable de improvisar comunicados al calor de la polémica candente. Veamos.
 
El comunicado se muestra muy puntilloso en replicar los errores o falsedades que, en sus palabras de autodefensa, pudo haber dicho el anterior ministro, al extender algunas de las responsabilidades del accidente a altos mandos de las fuerzas armadas. La más llamativa de las réplicas militares es la que rechaza de plano las responsabilidades del que fuera entonces jefe del estado mayor del mando aéreo de Levante, general Gómez Arruche, actual director general de la Guardia Civil, entre las cuales, afirma el comunicado, “no estaba la de inspeccionar los aviones de transporte de tropas”.
 
Pues bien, el comunicado no se muestra tan puntilloso en circunscribir el área estrictamente militar en que se deben buscar responsabilidades (repito, estrictamente militares) de las incidencias concurrentes al accidente.
 
Hemos oído en otra ocasión las excusas del anterior ministro y su petición de perdón a los familiares de las víctimas por los errores que pudo haber cometido, pero no hemos oído, y mucho menos en este comunicado, el reconocimiento o la declaración de las responsabilidades estrictamente militares en la contratación de aviones, seguimiento de los contratos, controles, inspecciones de seguridad, etc. Es muy probable que si lo hicieran ayudarían mucho a delimitar las esferas estrictamente políticas y las militares, que tan improvisamente han traspasado con su comunicado. En esto estaría bien esperar de ellos prudente deliberación, y que dejaran de ser tan selectivos.

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