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Fundación Heritage

Guantánamo como buen ejemplo

Por supuesto que “ONGs internacionales serias” significa el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), nunca Human Rights Watch (HRW) o Amnistía Internacional (AI).

Dana R. Dillon

Mientras las instituciones sean creadas y gestionadas por seres humanos en lugar de dioses, serán imperfectas. En el mejor de los casos. Lo que distingue a las buenas instituciones de las malas no es si cometen errores sino qué hacen cuando se cometen esos errores.
 
Recientemente visité nuestro muy calumniado centro de detenciones en Guantánamo, Cuba. Vi que los prisioneros eran tratados con humanidad y justicia y que viven en condiciones que cumplen y que, en realidad, exceden los estándares de la Convención de Ginebra para el tratamiento de prisioneros.

No es prudente especular sobre los motivos detrás de las histriónicas críticas lanzadas recientemente sobre Guantánamo por Human Rights Watch así como por Amnistía Internacional. Pero si estas instituciones de verdad desean fomentar los derechos humanos, harían mucho mejor en estudiar la respuesta del Departamento de Defensa sobre el escándalo del abuso de prisioneros y tenerlo como modelo para las fuerzas de
seguridad en el mundo entero.

Los titulares sensacionalistas pueden ser una bendición para recaudar fondos pero no siempre son un estímulo para la reforma. ¿Recuerdan la tormenta sobre Abu Ghraib? El mundo estaba en estado en shock y encolerizado al ver esas fotos del abuso de prisioneros. Pero mucho antes de la publicación de las fotos, el ejército americano había reconocido el problema y había tomado cartas en el asunto para corregirlo tanto en Abu Ghraib como en otros sitios de Irak y Afganistán.

¿Y cómo ha respondido el Pentágono exactamente? Se ha movilizado para pedir cuentas a los responsables. Hay más de 390 investigaciones criminales en progreso o ya concluidas. Hasta hoy, se han remitido 50  casos para corte marcial, más de 85 sanciones no judiciales y 26 actuaciones administrativas. Sólo en Abu Ghraib, la general al mando fue relevada de su puesto y se la redujo el grado, el comandante de la Brigada de Inteligencia fue relevado de su puesto, ha habido 8 cortes marciales, 4 oficiales han recibido sanciones no judiciales y aún están pendientes las causas contra 13 soldados.

La pronta y meticulosa respuesta del Departamento de Defensa ante conductas impropias demuestra cuánto aprecia la importancia de las operaciones de detención y su compromiso tanto con el trato humano para los prisioneros como con la asunción de responsabilidades por ello. Eso es algo que Amnistía Internacional debería promover como modelo para otras naciones, incluso entre algunos de nuestros aliados en la guerra contra el terrorismo.
 
Miremos a Tailandia. Aliado de Estados Unidos, Tailandia está luchando en sus provincias sureñas contra una insurgencia musulmana que puede tener conexiones con terroristas internacionales. Desgraciadamente, la negligencia y el que nadie asuma responsabilidades por sus actos dentro de las fuerzas de seguridad tailandesas hace que la situación empeore. En octubre de 2004, las fuerzas tailandesas arrestaron a 1.000 manifestantes. 84 murieron bajo la custodia policial, la mayoría asfixiados por estar hacinados en camiones.
 
Las autoridades tailandesas llevaron a cabo una investigación pero el resultado fue la transferencia –no una degradación ni un consejo de guerra sino la transferencia– de 3 generales. Ninguno de ellos fue sometido a juicio ni recibió ningún otro tipo de castigo. Hoy en día, la insurgencia en Tailandia sigue estando activa, con un nivel de brutalidad por ambos lados que no desciende sino que va en aumento.
 
Tailandia no está sola. Filipinas e Indonesia también están luchando contra terroristas de fabricación casera y también tienen problemas con el cumplimiento de la ley y la detención de prisioneros. Estados Unidos y ONGs internacionales serias y preocupadas con los derechos humanos deberían compartir la experiencia americana con los aliados en la guerra contra el terrorismo.

Por supuesto que “ONGs internacionales serias” significa el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), nunca Human Rights Watch (HRW) o Amnistía Internacional (AI). Una lección aprendida por las fuerzas armadas americanas es que la CICR es un socio valioso para garantizar el tratamiento humano de prisioneros, mientras que AI y HRW son organizaciones políticas partidistas que disimulan mal.

La CIRC ha mantenido una presencia activa en la Bahía de Guantánamo desde 2002 y ha entrevistado a todos los detenidos. Pero en lugar de adornar sus informes y gritarlos a los cuatro vientos en los medios, la CICR envía sus opiniones de primera mano, de forma confidencial, a los gobiernos responsables. Esto da oportunidad a los funcionarios para corregir los errores sin escándalo público, algo a tener muy en consideración en muchos países en desarrollo.
 
El general de brigada Jay Hood, comandante de los centros de detención, dice que las sugerencias de la CICR ayudaron a crear un centro de detención que cumple todos los estándares internacionales. Además de ser visitado por la CICR, por Guantánamo han pasado más de 1.000 periodistas, 11 senadores, 77 congresistas, 99 empleados del congreso y por supuesto abogados para los detenidos. A pesar de la plétora de testimonios de testigos oculares acerca de las condiciones humanas de los centros militares de detención americanos, AI denunció Guantánamo como “el gulag de nuestros días” y HRW comparó Abu Ghraib con Darfur.
 
Las operaciones de detención juegan un rol vital en la guerra contra el terrorismo. La policía militar americana mantiene una especialidad llamada “detención” sobre cómo operar prisiones y cómo tratar a los prisioneros. Los militares en países en desarrollo necesitan una formación similar. Los fondos de la International Military Education and Training (IMET)  deberían ponerse a la disposición de países como Tailandia, Filipinas e Indonesia para que puedan formar a sus soldados en técnicas de aplicación de la ley y detención de prisioneros. Es una alternativa mucho más segura que gritar falsamente: “¡Gulag!”

Dana R. Dillon es analista político decano en el Centro de Estudios Asiáticos de la Fundación Heritage.
 
Libertad Digitalagradece a laFundación Heritageel permiso para publicar este artículo.

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