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Juan Carlos Girauta

Marketing político en serio

No está escrito en ningún sitio que los parámetros decisivos de posicionamiento político en la política catalana sean izquierda-derecha y catalanismo-anticatalanismo.

La cúpula del PP de Cataluña suele manejar un argumento estratégico que suena muy convincente y que sugiere la realización de profundos estudios demoscópicos, sesudos análisis, reflexión, planificación. El argumento es el siguiente: si se le pregunta a los catalanes dónde sitúan el PP en los ejes izquierda-derecha y catalanismo-anticatalanismo, la percepción mayoritaria es muy a la derecha y muy anticatalanista.
 
Como el PP es un partido con voluntad de gobernar, y sólo gobierna quien es capaz de atraerse al segmento “moderado”, el PP no tendría otra opción que modificar la percepción de la gente y desplazarse hacia el centro de los ejes mediante la articulación de un discurso más catalanista y más “complejo” (menos de derechas). La conclusión también sería válida para el análisis estratégico a nivel nacional.
 
Lo primero que hay que advertir es que esta línea argumental está tomada del marketing y, en concreto, de su columna vertebral, conocida como posicionamiento, y que se refiere al modo en que un producto, marca o empresa es percibido en relación con sus principales competidores por un mercado de referencia. Cualquier empresa que se precie diseña “mapas de posicionamiento” donde se “visualiza” dicha percepción, lo que ayuda a tomar decisiones de “desplazamiento” hacia espacios más interesantes del mapa. El posicionamiento es una herramienta analítica tremendamente útil, siempre que no se olviden algunas cosas. A saber:
 
No describe realidades sino percepciones, y estas percepciones se refieren sólo a ciertas variables o parámetros (lo que antes hemos llamado ejes) que se escogen porque se consideran especialmente significativos. Dar con tales variables es muchísimo más difícil de lo que creen los profanos y muchos supuestos especialistas.
 
Cada sector industrial tiende a utilizar los mismos parámetros durante muchos años. Hasta que llega un competidor más inteligente y descubre que el parámetro verdaderamente significativo era otro, lo usa, averigua cosas que el resto del sector no sabe y obtiene valiosas ventajas competitivas.
 
Cuando todos los competidores (los partidos catalanes, en este caso) ven la realidad igual (los ejes decisivos son siempre los dos citados), nadie es capaz de darle la vuelta a la situación, nadie mejora su cuota de mercado sustancialmente, nadie sorprende a los consumidores.
 
No está escrito en ningún sitio que los parámetros decisivos de posicionamiento político en la política catalana sean izquierda-derecha y catalanismo-anticatalanismo. Los partidos se imitan unos a otros desde hace años en el uso de este análisis, basado en dos peticiones de principio. Incluso si estos parámetros tuvieran algún sentido, está por demostrar que muevan al voto, que es de lo que se trata. A la hora de votar, otros (combinados) podrían ser más importantes. Por ejemplo: cumple los compromisos-no los cumple, honrado-corrupto, buen gestor-mal gestor, sincero-mentiroso, moderno-antiguo, violento-pacífico (no pacifista), antiespañol-no antiespañol (este daría enormes sorpresas en Cataluña combinado con izquierda-derecha; quiero decir, dará enormes sorpresas).
 
Por cierto, el uso de catalanismo-anticatalanismo como variable reina es insatisfactorio porque en el momento decisivo (elecciones autonómicas), desmotiva a la mitad del electorado, que se abstiene.

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