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EDITORIAL

De dos ataques terroristas

Ni siquiera han sembrado la semilla de la división, pues la oposición ha cerrado filas en torno al gobierno, en lugar de acusarlo de mentir.

El tiempo transcurrido desde la explosión de las bombas de los terroristas permite hacer un primer balance de las consecuencias que ese ataque ha tenido en Gran Bretaña y señalar algunas de las diferencias con el 11M. Aunque tanto la respuesta ciudadana y de los servicios de emergencia de la capital española no tienen nada de qué avergonzarse, hay otros aspectos en los que políticos, periodistas y ciudadanos han demostrado haber aprendido las lecciones de aquel fatídico día. O, más probablemente, estas reacciones demuestran que forman parte de una cultura más madura que la nuestra.
 
Una de las principales armas con las que cuenta el terrorismo es la propaganda. Los cuerpos mutilados y ensangrentados no han aparecido ni en televisión ni en la prensa y nadie ha protestado ante esta contención aduciendo falaces consignas sobre la libertad de expresión o el derecho a saber. Tampoco han logrado cambiar la vida de los británicos que, en lugar de aterrorizarse, concentrarse y manifestarse, han acudido hoy a trabajar como si fuera un día cualquiera. Ni siquiera han sembrado la semilla de la división, pues la oposición ha cerrado filas en torno al gobierno, en lugar de acusarlo de mentir. Sólo George Galloway, el diputado acusado de recibir sobornos de Sadam Hussein, ha culpado al gobierno asignando a las guerras de Irak y Afganistán las causas del ataque. No hay duda de que, de no haberse declarado éstas, el responsable habría sido el sistema económico mundial y las injusticias cometidas con los palestinos. Porque todos somos culpables menos los terroristas. Pero mientras en Londres estas afirmaciones resplandecen por su excepcionalidad, en nuestro país fueron y son moneda de cambio utilizada contra el Gobierno.
 
Y es que aunque no se conocen detenciones, no se sabe qué explosivo se ha utilizado ni quién los ha colocado, no hay lista oficial de muertos ni se conoce aún el número exacto, tampoco hay concentraciones espontáneas contra el Gobierno, acusaciones de ocultación ni presiones a los ministros. ¿Quién ha sido? Los terroristas. Eso es, al parecer, lo que le ha contestado Tony Blair a un veterano informador –no británico, claro– que intervino en la rueda de prensa que se celebró al término de la reunión en Gleneagle.
 
Y esas son las diferencias que ha recalcado hoy Rajoy. Un recordatorio que a De la Vega parece haberle molestado mucho, pues se ha precipitado a protestar por el uso partidista del terrorismo. Y es que a la vicepresidenta que semanifestóen Leganés, entre gritos de “Esto nos pasa por un gobierno facha” o “Aznar, culpable, eres responsable”, parece que la verdad le ofende. La verdad de que, en España, son los Galloway quienes se sientan en el consejo de ministros.

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