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EDITORIAL

Sindicatos en directo

No se puede confiar en la plantilla fija de RTVE para elaborar ningún programa. El trabajo lo lleva el personal contratado porque, de no hacerlo así, esos espacios no saldrían adelante.

Escribía recientemente Philippe Nemo que los sindicatos y los altos funcionarios son en Francia quienes realmente dirigen el país, al margen de lo que pueda interesar o convenir a la clase media que paga impuestos y que está dejando de votar al ver que hacerlo no cambia nada. En nuestro país la situación no es, ni de lejos, tan dramática, pero los sindicatos mantienen unos reductos donde ningún gobierno se atreve a entrar. El más delirante ejemplo es RTVE.
 
A pesar de que todos los gobiernos que en la España democrática han sido han visto en la televisión pública un altavoz complaciente a su propaganda, en muchas ocasiones se ha visto demasiado claro que el altavoz podía salirles algo más barato, dejando un poco de dinero suelto con el que bajar los impuestos o comprar otras voluntades, según el caso. Pero no se atreven a enfrentarse a un mastodonte de miles de trabajadores fijos que saben que su día a día puede consistir exclusivamente en tocarse las narices, o írselas a tocar al que intente molestarles, porque los contribuyentes pagarán las pérdidas. Esa defensa numantina de sus privilegios, obtenidos por medio del dinero que nos quitan de la nómina a los demás, se ha mostrado en todos su esplendor con las protestas con que han recibido el nuevo espacio “España Directo”.
 
Es curioso que unos sindicatos que aún siguen anclados, en sus siglas y sus delirantes propuestas de política económica, en la izquierda más rancia, sean sin embargo los mayores defensores de los fuertes –los empleados fijos– y enemigos de los débiles –los contratados– en RTVE. Es asombroso, sí, para quien de verdad se haya creído alguna vez que la izquierda es algo más que la defensa de la coacción. UGT asegura que lo hace para evitar que se siga contratando a gente “en precario”. Por supuesto, esos trabajadores contratados tan precariamente siempre tienen la opción de no aceptar el empleo. Si lo hacen es porque la alternativa es algo peor pagado o, directamente, el paro. Por otro lado, a los políticos no les importaría nada poder mantener su aparato de propaganda con menos dinero, y la mejor manera de lograrlo es elaborando los programas con los trabajadores fijos del ente, ahorrándose así todos esos sueldos tan precarios. Si no lo hacen es, simplemente, porque no se puede confiar en la plantilla fija de RTVE para elaborar ningún programa. El trabajo lo lleva el personal contratado porque, de no hacerlo así, esos espacios no saldrían adelante.
 
Los sindicalistas están saboteando un producto de su empresa. Sólo por eso deberían ser despedidos inmediatamente; pocos despidos pueda haber más justificados que el de un trabajador que intenta perjudicar a su propia empresa. Por supuesto, en el mejor de los casos, no sucederá nada. En el peor, suspenderán el programa o aceptarán incorporar la cuota de vagos oficiales que marquen los sindicatos. Una razón más para exigir, no la privatización, sino el cierre de RTVE.

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