Menú
Juan Manuel Rodríguez

Pregunta indecente y respuesta muy deficiente

Tan malsana pregunta, evidentemente teledirigida por Francia aunque este Grimaldi se niegue a reconocerlo, tenía el ventajista objetivo de cuestionar la seguridad española, dejándonos en ficticia inferioridad de condiciones

El padre soltero de Alexandre, hijo de una ex azafata togolesa de las aerolíneas francesas que llevaba veintidós meses luchando a brazo partido  para que le reconocieran, está desolado por sus amigos españoles y también por sus amigos de Madrid. Y yo estoy realmente desolado por la actitud blandengue, típica del lobby amable que nos ha caracterizado estos últimos meses, que los responsables de Madrid 2012 (a partir de ahora 2016 o quién sabe si 2020) han tenido con respecto a la indecente pregunta que Alberto, heredero del trono monegasco, hizo el mismo día que eligieron la sede de los Juegos que se celebrarán dentro de siete años.
 
Tan malsana pregunta, evidentemente teledirigida por Francia aunque este Grimaldi se niegue a reconocerlo, tenía el ventajista objetivo de cuestionar la seguridad española, dejándonos en ficticia inferioridad de condiciones con respecto a las otras cuatro candidatas y volviéndonos a recordar de paso, como quién no quiere la cosa, que el 11 de marzo de 2004 España sufrió un criminal atentado que costó ciento noventa y dos vidas. La pregunta de Alberto de Mónaco fue profundamente indecente, pero la respuesta de José Luis Rodríguez Zapatero resultó esencialmente deficiente, poco clara, definitoria acaso del talante amistoso que inspiró al lobby español en Singapur entre los días 3 y 6 de julio. La prueba palpable de esto que digo es que, al final, Alberto reconoció que Zapatero había "respondido muy bien". ¿Muy bien para quién?
 
Desconozco si Alberto de Mónaco merece heredar el trono que dejó vacante tras su fallecimiento Louis Henri Grimaldi, Rainiero III. Le preguntaré a Jaime Peñafiel. Lo que sí sé es que merece pertenecer de por vida a un Comité Olímpico Internacional que, tras haber pillado in fraganti a uno de sus miembros vendiendo su voto por doscientos mil miserables euros, tarda un año en echarle a la calle. ¿Cuándo llamaremos al pan, pan, y al vino, vino? Lo digo porque, al final de esta carrera pedestre, nos quedamos sin Juegos Olímpicos y con fama de xenófobos y poco seguros. Me parece muy bien que Madrid lo intente de nuevo en 2016 pero, ¿a qué esperan Zapatero, Lissavetzky Díez o Feliciano Mayoral para exigir la dimisión de Alberto de Mónaco? ¿O preferimos quedar bien por si nos vota dentro de otros diez años?

En Deportes

    0
    comentarios