¿Dónde estás Soledad? ¿Dónde estás que no te veo? ¿Sigues ahí Soledad? ¿No te has ido? Viendo al medio centenar de explosivas enfermeras-bombón que promocionaron en el parqué madrileño el debut en Bolsa de Corporación Dermoestética (por cierto que no me importaría en absoluto sufrir un ligero vahído, un mareíto sin importancia, para ser rápidamente atendido por dos o tres de ellas) me acordé de ti, Soledad Murillo, secretaria de Estado de Políticas de Igualdad, y del lío en Río que montaste cuando, allá por el mes de octubre del año pasado, a los responsables del Masters Series de Tenis de Madrid se les ocurrió poner en práctica aquella simpática idea de las modelos recogepelotas. ¿No creerás, Soledad, que las enfermeras de la Bolsa eran enfermeras de verdad? Los responsables de Corporación Dermoestética, que no deben ser muy tontos, aparecieron por allí con cincuenta bellezones y las acciones de la empresa subieron como la espuma. ¿Y ahora qué, Soledad? ¿Qué hacemos?
Cambiando de tercio. Hacia Chicago partió un Air Bus 340 cargado de "Zidanes y Popeyes". Es el nuevo World Tour de Florentino Pérez, (no confundir con el Onstage World Tour de los Rolling Stones, que ése empezará en el mes de agosto) una gira mundial por la que el Real Madrid ingresará en caja un total de veintiún millones de euros (ya sólo faltan seis para comprar un Sergio Ramos). Este World Tour no es más que la expresión de una obsesión, la fijación que alimenta Florentino desde el primer día que llegó al cargo por extender y consolidar la imagen del club por los cinco continentes... y si hubiera un sexto, también.