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Fundación Heritage

La Union Europea cede ante Cuba

Peter Brookes

El 14 de Julio la embajada francesa en La Habana decidió invitar a los amiguetes comunistas de Fidel Castro a que celebrasen con ellos el día de la toma de la Bastilla, un día tan lleno de significado y simbolismo como el 4 de Julio en EEUU.
 
Y tuvieron la desvergüenza de no invitar a ninguno de los políticos disidentes en Cuba: El gobierno francés había prometido darle la espalda a los activistas por la democracia que luchan por librarse de su propia (isla) prisión.
 
Y todo a pesar de hablar constantemente de liberté, egalité, fraternité...
 
Pero no son sólo los franceses los que han decidido hacer de la vista gorda con las horrendas prácticas contra los derechos humanos en Cuba, la UE al unísono ha cedido ante el caudillo cubano, Fidel Castro.
 
En 1996, la UE adoptó la llamada “Posición común” acerca de Cuba con el objetivo confeso de promover la democracia, respeto por los derechos humanos y la mejora de las condiciones de vida, a menudo espantosas, del pueblo cubano. Pero en los últimos dos años y medio, la Unión Europea ha pasado al apaciguamiento con Castro en esos temas.
 
Empezó en Marzo de 2003 cuando Fidel metió en la cárcel a 75 disidentes no violentos por la democracia, sentenciándolos de 6 a 28 años en lo que ahora se conoce en Cuba como la “primavera negra”.
 
Al mes siguiente, la UE castigó a Cuba con sanciones económicas, bajó el nivel de contacto diplomático y puso a los opositores del régimen en la lista A de las fiestas de las embajadas. En respuesta, La Habana suspendió relaciones diplomáticas con la UE.
 
El enfriamiento diplomático duró casi 18 meses. Hasta que en Noviembre de 2004, La Habana tiró un hueso a la UE, soltando a 14 de los 75 prisioneros políticos por “razones humanitarias”.
 
La primera señal de una concesión cubana fue suficiente para el primer ministro socialista de España, José Luis Rodríguez Zapatero, quien convenció a la UE para que cediese, retirando las sanciones por un período de prueba de 6 meses. En Enero, los dos lados ya habían restablecido relaciones diplomáticas.
 
La UE también le dio un enorme regalito al dictador: aceptó dejar de invitar a los disidentes a celebraciones nacionales como la de la Revolución Francesa. La reivindicación fue que acabar con esas costumbres haría posible el “diálogo constructivo” con el régimen.
 
¿Y cómo expresó Cuba su apoyo a la idea del “diálogo constructivo”?
 
En mayo, los servicios de seguridad de Cuba arrestaron y deportaron a legisladores y periodistas de España, Alemania, Italia, Polonia y la República Checa que habían viajado a Cuba para asistir a una gran manifestación de disidentes en La Habana.
 
¿Cuál fue la respuesta de la Unión Europea?
 
Vergonzosamente el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE acordó extender la suspensión de las sanciones hasta por lo menos Junio del próximo año. Esto es, aún admitiendo que el gobierno de Cuba no ha hecho “progresos satisfactorios en el campo de los derechos humanos”, la UE optó por la palabrería bonita de la diplomacia.
 
El Consejo también trató de extender la prohibición sobre los disidentes en lo de las recepciones en las embajadas, pero Alemania, Dinamarca, Suecia y la República Checa se opusieron fuertemente. El tema se ha dejado finalmente a la discreción de cada país.
 
Todo esto mina la muy cacareada autoridad moral de la Unión Europea haciéndola lucir como cómplice del régimen totalitario de Cuba. Y eso es especialmente ofensivo para los muchos europeos que vivieron durante décadas con la amenaza o bajo el yugo represivo de dictadores comunistas.
 
Vaclav Havel, el disidente de la guerra fría y presidente checo posguerra fría exhortó a la UE para que apoyaran a la oposición política de Cuba. Havel escribió a principios de año que la UE debe “defender sus libertades y valores, nunca abandonarlos” por alinearse con dictadores o por olvidar “su experiencia con regímenes totalitarios”.
 
Y tiene razón, la situación de derechos humanos en Cuba es espeluznante. Los 11 millones que viven en la isla se merecen algo mejor. Un estimación de más de 300 prisioneros políticos languidecen en las tristemente célebres cárceles cubanas infestadas de ratas.
 
El informe de derechos humanos de 2004 del Departamento de Estado americano dice que Cuba es un “estado totalitario” que controla “todos los aspectos de la vida a través del Partido Comunista”. A los ciudadanos cubanos se les niega la libertad de expresión, de prensa, de reunión y de asociación.
 
Los servicios de seguridad cubanos controlan muy de cerca a los periodistas nacionales e internacionales, restringen el acceso a Internet, la distribución de noticias extranjeras y también censuran todos los medios nacionales.
 
Con “El Presidente” llegando a los 80 años, Cuba entrará pronto en un momento crucial de su futuro político. Es hora de empezar a pensar en la era después de Castro.
 
103 años después de su independencia, Cuba todavía no es “libre”. En lugar de luchar bajo el peso del colonialismo, ha sido inutilizada por 46 años por el régimen comunista de Castro.
 
Estados Unidos ya está en contacto con la oposición política de la isla. Sería lógico que la UE se comprometiera por completo y que alentara a los opositores del régimen en lugar de complacer al fracasado gobierno castrista.
 
Un día, algún Vaclav Havel cubano podrá liderar la nueva Cuba, en la que la democracia, los derechos humanos y las libertades civiles sean algo más que un sueño.
 
Pero hasta que la Unión Europea no deje de hacerle caso a España y su política de guante blanco con Cuba y siga apaciguando a Castro y su régimen de hierro, Cuba Libre seguirá siendo sólo un eslogan.
 
©2005 Peter Brookes
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
Peter Brookes ha sido Vicesecretario Adjunto de la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y actualmente es Miembro Senior de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.
 
Libertad Digital agradece a la Fundación Heritage y al Sr. Brookes el permiso para publicar este artículo.

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