La transformación es definitiva. Joan Laporta ya resulta irreconocible para todos, supongo que también para la mayoría de socios barcelonistas que le votaron en su momento con la esperanza de obtener cuanto antes un cambio radical. El cambio se ha producido, sí, pero para alcanzar de nuevo el punto sin retorno que representó la presidencia de Joan Gaspart. Todo indica que el mismo hombre que tras ganar las elecciones a la presidencia del Barça, le imploró, le rogó, le suplicó a Florentino Pérez en el transcurso de un programa en directo (su primer programa, por cierto, como nuevo presidente azulgrana) que no anunciase precisamente aquella noche el fichaje de David Beckham puesto que el futbolista inglés había sido su bandera de enganche electoral para derrotar a Bassat, ha tratado ahora infructuosamente de torpedear la contratación de la "bestia" Baptista por el Real Madrid.
Y me parece que si finalmente Laporta no convocara elecciones cuando legalmente le corresponde sería justamente porque él, como me sucede también a mí, cree que los socios se están haciendo la siguiente pregunta: ¿Habría conseguido Sandro Rosell que Julio Baptista fichara por el Fútbol Club Barcelona?... Y la mayoría responden "sí". Por la "Barcelona mediática" empieza a manejarse con cierta insistencia la teoría de que Laporta es incluso peor que Gaspart. Lo desconozco. Lo que sí es cierto es que el ex presidente, en declaraciones efectuadas a la emisora "Rac1", apoyó, como era previsible, la "estrategia" dilatoria empleada por Laporta para evitar como fuera el cierre del Nou Camp y terminó añadiendo que "lo de Figo fue una provocación". A Gaspart no hace falta en absoluto que le veamos en calzoncillos para que resulte transparente como el agua cristalina. Su presidencia sí que fue una auténtica provocación al sentido común.