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Tibor R. Machan

La democracia no es suficiente

Una democracia sin límites no es mucho mejor que una dictadura, sólo que requiere a muchas más personas para imponer esa tiranía

Democracia, el gobierno de las mayorías políticamente activas, no es libertad. Una democracia sin límites no es mucho mejor que una dictadura, sólo que requiere a muchas más personas para imponer esa tiranía. Pero sigue siendo una dictadura porque obliga a otros de muchas maneras, frecuentemente poniéndolos a trabajar para alcanzar objetivos que ellos no hubieran escogido por voluntad propia. Entonces, ¿por qué es aceptable ser obligado a actuar de esa forma por muchas personas y no si la imposición proviene de un solo dictador? En realidad, no lo es.
 
Sin embargo, millones de personas alrededor del mundo caen en la trampa de la democracia ilimitada. ¿Será porque esperan atraer a un número suficiente de conciudadanos en apoyo de ciertas y determinadas causas que a ellos sí les gustan? ¿Será porque no comprenden el valor y el alcance de la democracia? La razón que sea, lo importante es reconocer que la democracia no puede violar los derechos individuales de las personas.
 
Es correcto que la democracia significa que todo el mundo tiene el derecho a aportar ideas en la esfera pública. Pero, ¿qué es la esfera pública? Es lo que nos concierne a todos como ciudadanos. Puede que a todos les guste el béisbol, pero eso no hace que el béisbol forme parte de la esfera pública. La política pública, los asuntos públicos, el interés público y demás usos de ese término nos conciernen a todos como ciudadanos. Pero en realidad hay una sola cosa que se ajusta a ese término: la protección de nuestros derechos.
 
Los padres fundadores de Estados Unidos tenían muy claros esos principios cuando en la quinta enmienda de la Constitución se determina que no se puede enajenar la propiedad privada sino para usos públicos y siempre pagando una compensación justa. ¿Por qué? Porque el uso público es en realidad la combinación del propósito privado de todos nosotros como ciudadanos. Es lo que a todos nos afecta por formar parte de una comunidad humana libremente organizada. Y eso significa, en la tradición política americana, asegurarnos que todos somos y continuaremos siendo libres, no los esclavos ni sirvientes involuntarios de otros. Ese es el objetivo público más importante de una sociedad libre.
 
La democracia liberal, que hoy resulta más claro llamar democracia libertaria, se trata de que a todos se nos oiga en cuanto a asegurar nuestra libertad, qué herramientas utilizar con ese objetivo en mente, además de otros muy limitados temas íntimamente relacionados. Cada vez que la democracia se utiliza con otros fines políticos, se le da un mal uso.
 
Si en una comunidad local la mayoría quiere una piscina, ese es un mal uso de la democracia al permitir que ellos obliguen a todos a pagar por esa piscina, ya que la natación no es un asunto público que atañe a todos los ciudadanos en su capacidad de ciudadanos. Si, por el contrario, la comunidad requiere un policía, eso sí tiene que ver con la democracia porque el policía protegerá los derechos individuales de todos. Los estadios, los parques, las escuelas, las bibliotecas y demás cosas parecidas no llegan a ser asuntos públicos, inclusive cuando a muchos les interese y se beneficiarían. Por lo tanto, imponer ese costo a todos sería injusto y es una forma de trabajo forzado.
 
Lamentablemente, somos relativamente pocos alrededor del mundo quienes creemos firmemente en este limitado uso de la democracia. Pero es hora de que se aclare el asunto: la democracia es justa solamente cuando se restringe estrictamente al campo de los asuntos verdaderamente públicos.

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