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Agapito Maestre

El mal político

El asalto a la casa de Pedro J. Ramírez es, seguramente, el acto vandálico más grave que ha sufrido la democracia española en los últimos tiempos. Por lo tanto, salga inmediatamente el presidente del gobierno de España y castigue a los responsables

Los historiadores del futuro lo dirán más o menos así: “Un hombre muere en un cuartel de la Guardia Civil. Gravísimo. Pero no dimite el ministro ni siquiera el director General del Instituto Armado. A los veinte días del luctuoso suceso, la Guardia Civil no impide que un grupo de salvajes, liderados por un diputado nacional, invada la casa de un ciudadano. Gravísimo. Pero nadie cesó ni dimitió ni fue destituido. No pasó nada. Los socios de Rodríguez Zapatero, seguirán diciendo los historiadores, asaltaron el domicilio privado de un director de un periódico nacional, pero ningún periódico al otro día resaltó la noticia. No dijeron ni pío. ¡Bochornoso! Excepto Anson, en La Razón, que denunció la tropelía del diputado de ERC y sus acompañantes, la prensa del domingo -el asalto fue el sábado- pasó de largo de un suceso que ponía en cuestión el mínimo Estado de Derecho existente en esa época en España. Ya se sabe, cuando la prensa silencia, alguna enfermedad grave padece la democracia de opinión pública.”
 
Seguramente, la nota anterior, escrita por cualquier historiador honrado dentro de 20 ó 30 años, se extenderá en pormenores sobre cómo llegó al poder el equipo gobernante, cuál era su talante cínico, etc... Pero, por ambiguo que sea el contexto descrito, el lector no olvidará que durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, y siendo ministro del Interior José Antonio Alonso, unos desalmados mataron a un hombre que entró en un cuartel a poner una denuncia por un lado, y en pleno verano fue asaltada la casa de un periodista no vendido al poder por otro. La historia es así de cruel. La maquillarán, la falsearán y se aprovecharán de ella, pero, al final, nadie olvidará los datos fundamentales: el PSOE recurre a todo para mantenerse en el poder.
 
Por supuesto, este asalto al domicilio del director de El Mundo, como suele decir el castizo, traerá cola. De entrada, el comportamiento de la Guardia Civil y la prensa escrita del domingo, excepto naturalmente El Mundo, muestra que España más que un país parece un gentío. ¡Cuánto mamarracho no se habrá alegrado al ver a unos presuntos delincuentes, dirigidos por un diputado nacional, asaltando una propiedad privada!
 
El asalto a la casa de Pedro J. Ramírez es, seguramente, el acto vandálico más grave que ha sufrido la democracia española en los últimos tiempos. Por lo tanto, salga inmediatamente el presidente del gobierno de España y castigue a los responsables. Salga inmediatamente el presidente del Congreso y abra una investigación contra el salvaje diputado de ERC, que invadió la sagrada privacidad de un ciudadano. La cosa es gravísima. Un fulano, un diputado, que asalta la privacidad de otro ciudadano con el carné de diputado del Congreso de todos los españoles, debe perder inmediatamente su aforamiento o, por el contrario, este país quedará reducido a una democracia de boquilla.
 
Pedro J. Ramírez vuelve a descubrir dónde está el mal. Después de haber sufrido el asalto de su casa por las gentes de ERC, ni él ni nadie que se precie de demócrata podrá dudar a la hora de detectar el mal. No perdamos el tiempo con habladurías sobre la compra-venta de periódicos. No nos perdamos en vagos matices. El mal viene de otro sitio. Viene de una gente que quiere gobernar el país a golpe totalitario. Viene de los socios de los socialistas. Viene de los enemigos de la libertad. Viene de quien odia a quienes “tienen derecho a hacer, lo que la sociedad no tiene derecho a impedir”. El mal, ya lo sabe Pedro J., está allí donde asaltan nuestra intimidad, nuestra privacidad y, por supuesto, nuestra libertad. Quien se ha visto asaltado en su “libertad de”, como decía el sabio Isaiah Berlin, sabe bien de lo que hablo...
 
En fin, después del “asesinato”, “homicidio involuntario”, o, sencillamente, muerte de un hombre tras recibir una paliza en un cuartel de la Guardia Civil, el allanamiento de morada de un periodista desafecto al régimen es el acto más grave contra la democracia del último mes.

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