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Juan Manuel Rodríguez

Leyendas de escaladores II

El periodista y fotógrafo Alfredo Merino cuenta también en "Everest" que lord Henry Cecil John Hunt, un famoso zoólogo y Coronel del Ejército británico que dirigió la expedición de 1953 y llegó a ser además asesor personal de Harold Wilson, primer ministro británico de la época, se obsesionó con el mito del Hombre de las Nieves. Hunt describe en "La ascensión del Everest" que, durante su estancia en el monasterio de Pengpoche, pudo hablar con el abad acerca del yeti: "Asomándose a la ventana que daba al patio donde estaban montadas las tiendas, nos hizo una descripción muy gráfica de la aparición de un yeti desde el espeso rododendral circundante, en invierno, ocurrida unos años atrás cuando la nieve cubría el suelo. Esa bestia, que a veces saltaba sobre sus patas posteriores y otras avanzaba a gatas, medía aproximadamente 1,20 metros de talla y estaba cubierta de pelo gris, descripción que coincide con la que hemos oído a otros testigos oculares".
 
Y continúa su apasionante relato de la siguiente forma: "Olvidándose de sus huéspedes y fijando los ojos en el lugar del suceso, el abad revivió una escena hondamente grabada en su memoria. El yeti se había detenido para rascarse (...) Entre tanto prodújose gran revuelo entre los habitantes del monasterio y se dieron instrucciones para expulsar al indeseable visitante. Tocaron los tradicionales cuernos y caracolas y el yeti regresó tranquilamente al bosque". El escritor Peter Matthiessen aseguró haber recogido en 1922 pelo de yeti. En 1974 otro yeti aterrorizó a los habitantes de Machhermo, un pequeño poblado situado a 4.470 metros de altitud. Y ni siquiera el gran alpinista italiano Reinhold Messner, un mito viviente que es considerado unánimemente por todos los especialistas como el mejor escalador de todos los tiempos, ha sido capaz de resistirse al hechizo del yeti. El primer hombre que logró subir a las catorce montañas más altas de la tierra asegura haber resuelto el misterio por la sencilla razón de que tuvo un encuentro con él. Y concluye: "La palabra yeti equivale a un nombre genérico para todos los monstruos que alguna vez han vivido en el Himalaya. Sin embargo, también es la suma y el compendio de las ideas alimentadas por la leyenda correspondiente y, además, una realidad zoológica".
 
En "Yeti. Leyenda y realidad" (Editorial Desnivel, 1999), Messner describe así su encuentro: "Y entonces algo grande y oscuro, sigiloso como un fantasma, se metió en un hueco que había entre la maleza de rododendros, detrás de la cual, a unos treinta pasos, se perdía el subidero... Me quedé parado. Con la respiración contenida seguía a aquella masa oscura que desbarraba tras una cortina de hojas y ramajes (...). Cuando salió otra vez al claro por un breve instante, resultó ser una figura gigantesca con dos piernas, como si mi propia sombra se hubiera proyectado sobre la espesura que había a unos diez metros de allí. Por un segundo, el ser que tenía enfrente permaneció inmóvil, luego se dio la vuelta y se esfumó en la oscuridad".

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