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Alberto Acereda

Bush, culpable del huracán

Bush, como antes Reagan y como luego Aznar en España con el “Prestige”, son siempre los culpables de todos los males.

La historia nos enseña que las variadas y contradictorias izquierdas políticas nacieron a nivel internacional como negación de la derecha liberal-conservadora. Faltas de iniciativas prácticas y soluciones reales para el auténtico mejoramiento humano, las izquierdas actuales sobreviven estancadas en la permanente negación del ideario de las derechas. Dicha negación pasa por politizar sin empacho hasta los más devastadores desastres naturales y ecológicos. La politización del huracán más dañino de la historia de EEUU se condimenta con la compasión humana ante el dolor y constituye otra de las armas propagandísticas de la maquinaria izquierdista más radical.

Las calles de Nueva Orleans, de varias localidades de Louisiana, Mississippi, Alabama y partes de Florida ofrecen un desolador paisaje tras el paso del huracán Katrina, el mismo que en cualquier otro país del mundo habría dejado ya decenas de miles de muertos. Pero las izquierdas políticas, y entre ellas la norteamericana –actual controladora de las desorientadas filas del Partido Demócrata– ya está ejerciendo esa politización del desastre. El mensaje es tan subliminal como absurdo, pero harto clarificador de cuanto apuntamos: para esas izquierdas, Bush es el culpable del desastre, según acaba de insinuar la insensata senadora demócrata de Louisiana y, tras ella, un séquito de escribanos sensacionalistas.

Tras el huracán, la tal senadora Mary Landrieu no perdió tiempo para declarar en varias entrevistas televisivas que parte de las causas del desastre se debían a que la administración Bush no había querido gastar suficiente dinero en estructuras para Nueva Orleans. Tras eso, y como si fuera un mismo asunto, Landrieu aprovechó para tergiversar demagógicamente la cuestión y culpar nuevamente a Bush y su huracán por el aumento del precio del petróleo y de la gasolina. La solución, afirmó, era haber invertido dinero federal para crear plantas petrolíferas en Louisiana. Con una absoluta falta de hilazón lógica, la senadora concluyó cobijándose de nuevo en el llamado “calentamiento del planeta”, cuyo causante –según ella- no era otro que Bush y su postrada sociedad capitalista norteamericana.

Mary Landrieu ilustra la politización de las catástrofes por parte de las izquierdas, también en EEUU. Porque todo sirve con tal de buscar siempre al mismo culpable: la derecha, encarnada ahora por Bush y el Partido Republicano. Varios artículos de la prensa anti-Bush, varias agencias de noticias e innumerables blogs antiliberales han cocinado ya toda una tortilla de infamias contra Bush. Lo acusan ahora de falta de preparación ante la llegada del huracán, cuando todo eso es inicialmente labor de los estados de la Unión. Lo mismo puede decirse en cuanto a falsedades como señalar una falta de tropas de la Guardia Nacional de Louisiana por estar en Irak y Afganistán. Sobre este punto se han cebado también varios presentadores de la CNN, como el clintoniano Larry King, otros voceros como Wendell Goler, Paula Zahn o Lester Holt en la misma línea que personajes del partido demócrata como Robert Kennedy Jr., los grupúsculos anti-Bush del MoveOn.org de George Soros y los amigos de Michael Moore.

Estamos una vez más ante las mismas falacias que luego cotorrean desde la televisión pública española nuestros bien pagados enviados especiales a EEUU. Seguimos ante parte de ese gran movimiento internacional contra la democracia liberal-conservadora estadounidense y contra su forma económica llamada capitalismo. Con tal de alcanzar su fin, todos los medios valen para estas izquierdas radicales, desde la insensatez de culpar directamente a Bush por la llegada del huracán hasta la falacia machacona del “calentamiento global” del planeta.

Cabe señalar, empero, que estos parlanchines de la política barata y de los sectarios medios de comunicación vendidos al mejor postor son los mismos que callaban cuando el propio Bush gestionó hace sólo ocho meses el envío de miles de millones de dólares en nombre de los EEUU para aliviar los desastres del tsunami asiático. Son los mismos que se quedaron mudos cuando fue también Bush quien dejó a un lado el partidismo político y envió a dos ex presidentes estadounidenses (uno republicano y otro demócrata) a recorrer las tierras asiáticas y recaudar fondos millonarios para la noble causa de alivio humanitario. Entretanto, ¿quién ayuda ahora a EEUU a reconstruir sus calles y sus ciudades? Será su misma sociedad capitalista y no, desde luego, los voceros de la antiglobalización.

Bush, como antes Reagan y como luego Aznar en España con el “Prestige”, son siempre los culpables de todos los males. La nueva modalidad es ahora culpar a la derecha, y al odiado Bush, también por la llegada de un huracán. Es en estos episodios particulares de la historia cuando percibimos con más nitidez la farsa de unas izquierdas internacionales abocadas únicamente a tergiversar los hechos hasta la ridiculez y el absurdo. Lo malo es que cuando los desastres naturales son verdaderamente evitables, esas mismas izquierdas de caviar miran para otro lado, callan y culpan a la derecha de politizar los desastres, como algunos recientes incendios en España y como algunos otros personajes del reciente show estival de Celtiberia.

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