Menú
Amando de Miguel

A vueltas con el inglés

Sobre el insoluble asunto del lenguaje informático, lo mejor es el comentario de Pedro Nieto Echevarría: “Mi definición favorita es que, cuando te falla la informática, si puedes golpearlo es hardware; si solo puedes insultarlo es software”.

María Bouza hace una interesante aportación al vocabulario popular derivado del inglés. Por lo que cuenta, en Ferrol (Coruña) se usa la expresión “ir a todo filispín”, para referirse a una velocidad elevada. Es claro que se deriva de at full speed (= a la velocidad máxima, a toda máquina). En la navegación siempre ha sido grande la influencia del inglés. Aunque ─añado─ los marines, la Armada o la Navy, son hispanismos en inglés.

En la misma línea del romance anglicanizado José María Mariscal Chicano (Puerto Real, Cádiz) señala que en Cádiz, para designar a los extranjeros, dicen guachisnai (= what is your name, ¿cómo se llama usted?). La cosa parece un poquitín en guasa.

José Javier Muñoz (Salamanca) defiende el origen español de lunch (= comida del mediodía). Por lo visto, en las minas de Riotinto (Huelva), a cargo de los ingleses, los mineros andaluces hacían un alto en el trabajo para despachar el almuerzo de “la onse” (= las 11 de la mañana). De ahí los ingleses derivaron lunch. Francamente, la historia es muy bonita, pero me resulta inverosímil. No recuerdo que Concha Espina la recogiera en El metal de los muertos, la novela definitiva sobre Riotinto. Lunch está emparentado con lump (= loncha). La base del somero almuerzo de mediodía suele consistir, para los ingleses, en una rebanada de pan con una loncha o lonja de carne, embutido o equivalente. Eso fue así mucho antes de que los ingleses llegaran a Riotinto (siglo XIX). Lo que nosotros llamamos tapa era originariamente esa misma loncha o lonja (de queso, jamón, embutido, etc.) para tapar el vaso de vino. Se toleraban las moscas por todas partes, pero no que cayeran en el vaso de vino. Lunch, lonja, loncha están emparentados con el latín longus (= alargado).

Pepe González se felicita de que, en un diario deportivo, el periodista se refiera a “las regalías por derechos de imagen” de un famoso jugador de fútbol. Su contento se deriva de que el periodista ha preferido decir regalías a royalties. Curiosamente, las dos palabras proceden del mismo origen: regalis (= regio, lo relativo a la realeza). El privilegio por antonomasia era el del Rey. Ahora llega hasta el nivel de los jugadores de fútbol… y de los escritores.

Lucas Pérez asegura que las iniciales CC de los imeils no significan carbon copy (= copia con papel de calco) sino courtesy copy (= copia de cortesía). Así será. De todas formas, añado que CC puede significar también caballero cadete, Cáceres, capitán de corbeta, cardiopatía coronaria, carretera comarcal, carro de combate, centro de control, cetil celulosa, cirrocúmulos, Coalición Canaria, Código Canónico, Código Civil, código de colores, columna cervical, comité central, control del ordenador (computer), corriente continua, corto circuito y Cuerpo Consular. Me remito al completísimo Diccionario de abreviaturas siglas y acrónimos de Miguel Murcia Grau. Lo de las siglas es una verdadera plaga.

Horacio Merino sugiere que hardware podría ser “componentes” y software “programas”. Así de fácil. Mi idea es que acabaremos diciendo y escribiendo járguar y sófguar. El járguar es algo más que los componentes y el sófguar es algo más que los programas.

Sobre el insoluble asunto del lenguaje informático, lo mejor es el comentario de Pedro Nieto Echevarría: “Mi definición favorita es que, cuando te falla la informática, si puedes golpearlo es hardware; si solo puedes insultarlo es software”. Añade don Pedro un jugoso comentario respecto a las ínfulas literarias de los ingenieros. “Hace poco me encontré en Málaga con una señal [de tráfico] que rezaba: Haza angosta. Creo que puede resultar hasta peligrosa con los pobres conductores tratando de averiguar que querría decir esa señal puesta junto a una autovía de tres carriles”. En efecto, haza es tanto como decir tierra de cultivo. El Tesoro de Covarrubias, contemporáneo del Quijote, dice de haza: “Propiamente se llama el campo donde se ha segado el trigo, y está sembrada toda de los haces que dejan hecho los segadores. Haza se dice también la tierra sembrada”. Francamente, no se me alcanza qué pudiera indicar la señal de tráfico puesta en la autovía de Málaga.

José V. Fuster (Callosa d’en Sarriè, Alicante) pone unas gotas de humor a la esquinada cuestión del léxico informático. Encuentra razones tanto para decir “el ordenador” como “la computadora”. Veamos: “Hay cuatro razones que dan las mujeres para preferir el uso del masculino (el ordenador): (1) Para que funcione necesita calentarse. (2) Tiene muchos datos, pero es incapaz de pensar. (3) Teóricamente está para resolver problemas, pero él mismo es un continuo problema. (4) En cuanto te comprometes con uno, te das cuenta de que, de haber esperado un poco, podrías haberte llevado un modelo mejor. Hay otras cuatro razones, que dan los varones, para preferir el género femenino (la computadora). (1) Solo su creador ha logrado dominar su lógica interna. (2) Emplean un lenguaje para comunicarse con las otras computadoras que solo ellas entienden. (3) Cualquier error lo guardan en la memoria para sacarlo a su debido tiempo. (4) En cuanto te comprometes con una, te gastas la mitad del sueldo en accesorios para ella”.

Ahora entenderán todos qué maravilloso recurso es que las palabras tengan género y las personas, sexo. Aunque lo “políticamente correcto” sea ahora decir que también las personas, especialmente las mujeres, tienen género. Así “violencia de género”, oficialmente, es “violencia contra las mujeres”. Toma nísperos, Pepa, que se agusanan; al decir de Jaime Campmany.

En Sociedad

    0
    comentarios