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Amando de Miguel

Al final, la lengua es política

Ernesto Cárdenas Cangahuala no está de acuerdo con mi argumento de que, para referirse al siglo XVI, se pueda hablar de capitalismo y menos en el caso de la conquista de América por españoles y portugueses. Sin embargo, yo sí creo que esa etiqueta es apta si se le da su auténtica dimensión histórica. El capitalismo comienza a fines de la Edad Media en Italia con la racionalidad económica que supone la contabilidad y los instrumentos de crédito. El dinero sí paría dinero, en contra de la doctrina tradicional (que todavía hacen suya los integristas islámicos). Esa racionalidad no había existido antes ni la tenían otros imperios contemporáneos (los chinos, los aztecas, los incas). La racionalidad se acentuó con algunas ideas posteriores, como la libertad de los mares o el precio justo, a las que contribuyeron tanto los españoles del siglo XVI. La conquista de América no se hubiera podido emprender con una idea medieval, precapitalista, del mundo. Las ideas básicas del capitalismo (no su caricatura) han sido aceptadas hoy en todos los países; en algunos, a trancas y barrancas. El lenguaje de los números y la lógica del dinero productivo son ya verdaderamente universales.
 
Don Ernesto tampoco está de acuerdo con la equivalencia entre hegemonía militar y superioridad cultural. Puede que a él no le guste esa correspondencia, pero existe. Hoy esa paridad la registran los Estados Unidos. La famosa frase de Nebrija “La lengua fue siempre compañera del imperio” aludía a esa asociación para el caso del Imperio Romano. Interprétese lengua como cultura e imperio como hegemonía militar. Naturalmente, podrá haber disonancias concretas, pero es claro que, a la larga, ambas dimensiones corren parejas. Cuando se fuerza el poder militar sin la correspondiente influencia cultural, se suele producir un fracaso, una crisis. Es lo que le pasó a la Unión Soviética, que se extinguió. Resulta hoy patética la situación de los antiguos satélites que todavía se emperran en seguir siendo comunistas (Cuba, Corea del Norte). Aún quedan restos de la tribu intelectual que pretende ser anticapitalista o antiburguesa y se entusiasman con el populismo latinoamericano. En el fondo lo que no pueden soportar es la predominancia de los Estados Unidos. Claro que todavía hay personas que niegan la evolución de las especies, la expansión del universo o el sistema copernicano (los planetas girando en torno al Sol).
 
Carlos Moreno Guerrero me pregunta por mi libro Estructura social de España, si se sigue publicando o qué manual lo sustituye. Es un libro que escribí con mucho cariño hace más de 30 años. Hace tiempo que está agotado y no creo que valga la pena reeditarlo. Su consulta solo puede apetecer a los eruditos o a los investigadores. De 1991 a 1996 publiqué una serie de cinco gruesos volúmenes con el título genérico de La sociedad española. Contienen una información más al día, pero también se va quedando algo anticuada. Pueden ser útiles para establecer tendencias. En el futuro servirán para los historiadores. Si quiere usted un texto más actual, espere un par de meses hasta que termine mi ensayito Entre los dos siglos. Se refiere a los cambios de la vida española en el periodo a caballo entre los siglos XX y XXI. Más que un manual, hoy se impone leer diferentes monografías o ensayos, tan compleja se ha hecho la sociedad española.
 
Miguel Ramos se lamenta de que desaparezca la palabra España. Razona que los otros países europeos más hechos (Francia, Reino Unido, Italia, Alemania) también tienen amplias diferencias lingüísticas y culturales dentro de ellos. Pero en cada caso el gentilicio común es un factor de orgullo y de integración. Se pregunta don Miguel: “¿Qué ganan Cataluña o Vasconia con la secesión?”. Él mismo sugiere que van a perder, pero de momento ganan los políticos que encabezan el tirón secesionista. Añado que esos mismos políticos estarían todavía más satisfechos si presidieran o representaran un país independiente con otros asimilados, fueran Navarra, el Rosellón o Baleares. En ese caso el equivalente de Maragall o Ibarreche serían algo así como emperadores. ¿Cabe mayor satisfacción? ¿Y si consiguieran que el vasco o el catalán fueran lenguas oficiales en toda España, en toda Europa? Por soñar (truchas) que no quede.
 
Gonzalo Arrúe recoge la polémica sobre la influencia del atentado terrorista del 11-M en las elecciones del 14-M. Sugiere que se analicen por separado los votos por correo, ya que fueron emitidos antes del 11-M. Así saldríamos de dudas. Me temo que esa operación no se pueda hacer por razones legales, aunque la verdad es que lo ignoro. Además, en caso de poder hacerlo, el conjunto de los votos por correo tampoco suele ser un corte proporcional de la población. Sugiero que don Gonzalo se dirija al CIS, donde están los mejores expertos sobre el asunto.
 
Legaspi razona que “si estamos en Afganistán por las mismas razones por las que nos retiramos de Iraq” (como dice Zapatero) la consecuencia es clara. A saber. “Hay soldados españoles en Afganistán sin aprobación del Parlamento, contra la manifestación callejera del pueblo, sin orden de Naciones Unidas e interviniendo en una guerra injusta”. En resumen, según mi comunicante, “un cambiazo de trescientos sesenta grados”. Impecable.

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