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Thomas Sowell

La política del niño mimado

Igualdad de oportunidades no significa igualdad de resultados, no importa cuántas leyes se aprueben y cuántas políticas se desarrollen para que así sea o cuánta retórica moderna se use para equipararlas

En un editorial reciente de la revista "Traveler" de National Geographic se quejaban que unos piragüistas en Maine se habían topado con una “urbanización residencial” cerca de los parques nacionales y exhortaban a sus lectores a usar su “influencia” para prevenir semejantes hechos.
 
“Ustedes son los depositarios de nuestros parques nacionales” decía.
¿De veras? ¿Qué derecho tienen los piragüistas y otros de la misma condición que no tenga la gente que construye sus casas de vacaciones cuya presencia ofende al colectivo piragüista? Los propietarios de casas son tan ciudadanos y tan contribuyentes como los piragüistas y hasta ellos tienen derecho a trato igualitario garantizado por la Enmienda 14 de la Constitución Americana*.
 
La esencia de la intolerancia es negar a otros los mismos derechos que usted exige para sí mismo. Los intolerantes ecológicos representan un ejemplo clásico. La idea de que el gobierno tiene que hacer que los deseos de unos se impongan a los de otros ciudadanos se ha propagado primero con los intolerantes ecológicos hasta otros grupos que reivindican privilegios en nombre de los derechos.
 
En California, un grupo de golfistas en sillas de ruedas ha demandado judicialmente a una cadena hotelera por no proveerlos de carros especiales que les permitiese moverse en el campo de golf del hotel con mayor comodidad para que jugasen mejor.
Según cuenta un periódico, el tipo de carros que los golfistas querían es de los que tienen “asientos giratorios para que el golfista pudiese girar y golpear la pelota desde el tee, el fairway y el green sin necesidad de salir del vehículo”. Si los golfistas quieren ese tipo de carro, nada les impide que se compren uno, excepto, claro, que prefieren que otras personas sean forzadas a tener que comprárselos.
 
Uno de los golfistas de la demanda está confinado a una silla de ruedas como resultado de un accidente de buceo y otro por un disparo de bala. Parece que el hotel no tuvo nada que ver con eso felizmente....
 
En otra época la gente habría dicho que el hotel no es responsable de que estos golfistas estén en silla de ruedas y que por lo tanto no tiene ninguna obligación de gastar dinero extra en carros especiales para ayudar a que mejoren su puntuación en el golf. Pero eso era hasta antes de la Ley para los americanos con discapacidades, ley bajo la cual están demandando al hotel.
 
Si el gobierno quería hacer algo por los minusválidos y los impedidos físicos, podría haber gastado su propio dinero de los impuestos para lograrlo. Pero en su lugar, pasó esa ley con la cual se creó el derecho a demandar judicialmente a instituciones privadas de manera que se les fuerce a gastar su dinero para resolver los problemas de personas con dificultades o deseos especiales, sean serios o frívolos.
 
Es una ley para darle trabajo a tiempo completo a los abogados, creando otro grupo víctima legalmente reconocido, con el otorgado poder de exigir privilegios especiales a costa de otras personas en el nombre de la igualdad de derechos. Esta legislación ni siquiera puede afirmar que es para la defensa de pobres y oprimidos. Los campos de golf no suelen ser el hábitat natural de pobres y oprimidos.
 
Uno de los demandantes del asunto del campo de golf es un ex asociado de una gran firma de abogados. Afirma: “Quiero la misma oportunidad que tiene todo mundo para salir y jugar 18 hoyos con mis amigos y colegas”.
 
Igualdad de oportunidades no significa igualdad de resultados, no importa cuántas leyes se aprueben y cuántas políticas se desarrollen para que así sea o cuánta retórica moderna se use para equipararlas.
 
Un ejemplo de esa retórica la encontramos en el titular de una columna del New York Times: “Una entrada para el prejuicio”. Esa columna recordaba amargamente la época anterior a la ley para los americanos con discapacidades, cuando una mujer en silla de ruedas compró una entrada de 300 dólares para ir a un concierto de rock pero que no pudo ver nada porque toda la gente a su alrededor estaba de pie. Este hecho fue equiparado como un “prejuicio” por parte de la gente que se encargaba del lugar.
Aún ahora, décadas después de este incidente, la mujer en silla de ruedas afirma que “la verdadera igualdad sigue siendo un sueño fuera de su alcance”. Parece ser que sólo la igualdad de resultados es la “verdadera” igualdad.
 
En una publicación reciente de la American Historical Association encontramos la misma confusión cuando dice que las puertas “están mayormente cerradas” para los que quieren convertirse en historiadores si no se han graduado de una universidad de prestigio. En otras palabras, los resultados desiguales demuestran un prejuicio que cierra puertas, según esta retórica. 
 
La confusión entre igualdad de oportunidades e igualdad de resultados es una confusión peligrosa detrás de muchas decisiones de política de niño mimado.
 
©2005 Creators Syndicate, Inc.
* Traducido por Miryam Lindberg
 
Libertad Digital agradece al Dr. Thomas Sowell el permiso para publicar este artículo.
 

 
Nota de traducción:
 
Primera parte de la Enmienda Catorce de la Constitución de EEUU (Enmendada el 9 de Julio de 1868)
1. Todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sometidas a su jurisdicción son ciudadanos de los Estados Unidos y de los Estados en que residen. Ningun Estado podrá dictar ni dar efecto a cualquier ley que limite los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; tampoco podrá Estado alguno privar a cualquier persona de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal; ni negar a cualquier persona que se encuentre dentro de sus limites jurisdiccionales la protección de las leyes, igual para todos.

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