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Alberto Míguez

La esperanza se llama Cavaco

Hoy la esperanza de muchos portugueses se llama Cavaco. Y dado el tono de morosidad y decepción que reina en todo el país, constituye el último recurso para sacar al país del agujero negro en que lo metieron Sócrates y sus amigos

Tras la derrota rotunda del Partido Socialista en las recientes elecciones municipales portuguesas, el camino estaba expedito para que el profesor y ex primer ministro Aníbal Cavaco Silva anunciara su candidatura a la presidencia de la República, como así ha sido.
 
En los primeros meses del próximo año se celebrarán en el vecino país elecciones a la presidencia de la República y a las mismas se presentan dos socialistas históricos o, más bien, prehistóricos, un comunista y un izquierdista.
 
A Cavaco le resultará fácil ganarle al anciano Mario Soares y al casi anciano Manuel Alegre, ambos socialistas, que también se presentan.
 
Soares, con 81 años intenta volver al Palacio de Belem tras haber sido derrotado “por procuración” en las municipales en las que su hijo Joao fue no logró la alcaldía de Sintra. Algunos de sus próximos consideran que las veleidades antimundialistas y ultraizquierdistas de quien fue un ejemplo de socialdemócrata moderado prueban que este viejo señor está perdiendo la cabeza. El malhumor y el rencor con que enfrentó la candidatura de su amigo íntimo y correligionario, Manuel Alegre y el episodio de haber hecho propaganda electoral por su hijo a pie de urna el día de las elecciones, demuestran también que no está precisamente en sus cabales.
 
Para el profesor Cavaco Silva debería ser relativamente fácil vencer al dúo socialista, máxime cuando la popularidad del gobierno dirigido desde hace ocho meses por el también socialista, José Sócrates, se encuentra por los suelos. Muchos portugueses recuerdan que Cavaco durante su etapa como ministro de Economía y primer ministro, logró que la situación económica y social del país mejorase espectacularmente.
 
Hoy Portugal se halla a la cola de la UE: paro, inflación, baja productividad, déficit público espectacular, endeudamiento externo lastran una situación degradada.
 
Cavaco ha dicho que desea colocar a su país “al nivel de España y de la UE”. Y para despojar a su candidatura de cualquier tinte partidista acaba de pedir la baja de su partido el PSD (Partido socialdemócrata) para lograr el voto de la derecha y el centro-derecha sin excluir el de muchos socialistas defraudados. Hoy la esperanza de muchos portugueses se llama Cavaco. Y dado el tono de morosidad y decepción que reina en todo el país, constituye el último recurso para sacar al país del agujero negro en que lo metieron Sócrates y sus amigos.

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