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Isabel Durán

El heredero

De forma inesperada, el Príncipe de Asturias ha marcado días antes del feliz evento, la senda de lo que el futuro hubiera deparado a su primogénito de no haberse puesto España patas arriba en los últimos 18 meses

El nacimiento del hijo de los Príncipes de Asturias es inminente. Si todo resulta como está previsto, el acontecimiento se espera en cualquier momento a partir del próximo día 25, aseguran en el entorno de la clínica Ruber Internacional. El vástago, aunque se sigue manteniendo la incertidumbre sobre su sexo, es el heredero de una dinastía –la monarquía de los Borbones- cuya abuela materna, la Reina, se preguntaba apenas dos semanas antes de su venida al mundo durante la celebración del día de la Fiesta Nacional en el Palacio Real: “¿qué va a ser de nuestros nietos?”.
 
De forma inesperada, el Príncipe de Asturias ha marcado días antes del feliz evento, la senda de lo que el futuro hubiera deparado a su primogénito de no haberse puesto España patas arriba en los últimos 18 meses, testigos por lo demás de su amor por una periodista convertida en princesa a punto de ser madre del futuro heredero al Trono. La voz de Don Felipe ha retumbado en un país que camina a marchas forzadas hacia el cambio de régimen de la mano de su presidente del Gobierno.
 
El PSOE ha declarado, sin embargo, su “coincidencia plena” con el discurso de Felipe de Borbón y Grecia. Lo ha hecho al tiempo que se conocía que su jefe de filas almorzaba horas antes en secreto en La Moncloa con sus totalitarios socios aspirantes a reyezuelos de una nación que niega tal condición a España. No se puede estar repicando y en misa. No se puede promover, auspiciar e impulsar el meticuloso torpedo catalán engendrado en Perpiñán para la destrucción por la vía de los hechos consumados de la Constitución española, -que culmina las pretensiones un nacionalismo rancio y obsoleto de siglos pasados- y pretender erigirse en modernos valedores de la Carta Magna.
 
“La España de la reconciliación”, “los valores de la España unida y solidaria”, “la España de todos y para todos”, “el pacto que está en la base de la convivencia de todos” a los que se ha referido el Príncipe de Asturias son la antítesis de la acción de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Un presidente “rojo” que ha resucitado irresponsablemente las dos Españas, que promueve por intereses electoralistas la desunión y la insolidaridad entre los territorios que conforman España, que acusa de fundamentalistas a los que defienden la nación española mientras alaba como razonable la radicalidad de quienes pretenden erigirse en nación sin haberlo sido nunca. En definitiva, un presidente que dinamita el pacto de la Transición convirtiendo La Moncloa en la sede del pacto del Tinell.
 
La división, la confrontación, la justificación futura para la reivindicación constante y la ruptura algún día por parte de los nacionalismos irredentos del norte está servida por el propio presidente del Gobierno del todavía reino de España. Por mucho que ahora se pretenda hacer ver que Zapatero echa el freno y mete la marcha atrás, el “¿qué va a ser de nuestros nietos?” es, además de una real pregunta, una inquietante cuestión real.

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