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Agapito Maestre

El discurso de Rajoy

Muchos temas y fundamentales toca este discurso, que tiempo habrá de comentar, pero me parece imprescindible su crítica al totalitarismo político contenido en el proyecto de Estatuto para Cataluña

Es inevitable hablar del Discurso de Rajoy. He leído los suficientes discursos parlamentarios para saber que estamos ante uno de los más grandes en la historia reciente de España. Para saber qué pasa en España, resulta, pues, necesario leer y estudiar esta pieza política. Propagar de modo ilustrado las ideas expuestas ayer por Rajoy será la mejor manera de enfrentarse a la propaganda nacionalista, sectaria y anticonstitucional de socialistas e independentistas. Rajoy Se atuvo al asunto jurídico tanto como al estrictamente político, no utilizó en vano la historia reciente de la democracia española, y apartó los sentimentalismos a un lado. Hizo un magistral discurso sobre la viabilidad de la democracia en España. Rajoy escribió un discurso sencillamente extraordinario. A su lado todo era faramalla. Mentira.
 
Nadie con un poco de sensibilidad puede dejar de reconocer la inteligencia y moralidad que alberga este texto. Si la política es, como dijera Ortega, tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado en una nación, entonces Rajoy es el único que sabe qué es la política en España. Demostró con creces que gracias a la palabra, al poder creativo de las palabras bien dichas y argumentadas, los españoles de bien aún podemos albergar una expectativa, o mejor, una esperanza cabal y cierta en la nación española.
 
“Esperanza”, sí, es la primera contribución del discurso de Rajoy para unos ciudadanos, que nos sentimos inmersos en una fatalidad, patrocinada por unos liberticidas que defiende antes unos extraños “derechos de los pueblos” que los derechos individuales, los derechos. “Esperanza”, de verdad, o sea, libertad es lo que rescata el discurso de Rajoy de la fatalidad antiespañola, que fomenta la palabrería reaccionaria y tergiversadora de Zapatero y los independentistas para mantenerse en el poder. “Esperanza” genuina, o sea libertad, es lo que extrae Rajoy del único poder legítimo de la democracia española: “Un poder que no admite parcelas, que no se divide, que no se comparte. Un poder que delega voluntariamente sus potestades, pero no renuncia a la propiedad. Ninguna instancia delegada es propietaria del poder que recibe.”
 
Ese poder no es otro, como cualquier demócrata sabe y Rajoy justifica en su discurso, que el pueblo español constituido en nación. He ahí la lección más grande de democracia que el ciudadano español puede recibir de un político: el pueblo español preexiste a cualquier otro tipo de poder. La soberanía del pueblo español es previa incluso a la Constitución. Eso es, precisamente, lo que pretende robarnos Zapatero y los independentistas catalanes.
 
Muchos temas y fundamentales toca este discurso, que tiempo habrá de comentar, pero me parece imprescindible su crítica al totalitarismo político contenido en el proyecto de Estatuto para Cataluña. A partir del texto de Rajoy uno puede comprender fácilmente cómo los nacionalistas y socialistas están lejos de aceptar el principio clave de la modernidad, a saber, los derechos son de los individuos o no son.

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