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Amando de Miguel

Autocrítica

Xabier Cereixo (Vigo, Pontevedra) me plantea un sinfín de quisicosas que han ido saliendo en esta seccioncilla. Por ejemplo, matiza la expresión gallega para un pouco, que no es tanto dejar de trabajar como rebajar la intensidad de lo que se está haciendo. Se me ocurre que en el castellano coloquial decimos, con el mismo sentido, “quieto parao”. Es un caso más de reduplicación, a la que tantas veces aludo.
 
Aduce don Xabier que ahora se abusa mucho de la palabra denunciar, dándole más significados del único que admite el DRAE. Entiendo que no es así. Denunciar es (1) noticiar, avisar, (2) pronosticar, (3) publicar solemnemente, (4) declarar oficialmente el estado irregular de algo, (5) delatar, (6) registrar una mina, (7) dar parte a la autoridad de un hecho delictivo o irregular, (8) notificar la rescisión de un contrato.
 
Se pregunta don Xabier: “¿Lee todas las comunicaciones que recibe? ¿Por qué no comenta un día cómo son, en general los emilios que recibe?” En efecto, leo todas las comunicaciones que me llegan, aunque no puedo cartearme (¿o emiliarme?) con todos por falta de tiempo y de espacio. Dedico a este menester casi todas las horas de los fines de semana. Me dan pie a consultar y leer muchos libros. Es un trabajo apasionante en el que aprendo mucho. Si sigue aumentando el número y densidad de los emilios (el de don Xabier ocupa tres páginas), tendré que dejar de contestar a muchos de ellos. Los hay de los tipos más variados: desahogos, reprimendas, erudiciones, experiencias, localismos, escritos que me insultan, otros que me animan, piezas de creación literaria, peticiones personales. El criterio para contestar es que aporten datos de interés para el conjunto de los libertarios o sean muy expresivos. Tiendo a no responder a los insultos más groseros o menos razonados. No se me alcanza por qué lo que yo escribo deba merecer tantos dicterios. Me considero bastante moderado, aunque me irrite la mentecatez.
 
Aznar González me espeta: “No tiene usted ni idea de aquello de lo que habla. Ya que no sabe dar respuestas, debería redirigir las preguntas al utilísimo servicios de consultas de la RAE”. Pues no pienso “redirigir” nada. Esta seccioncilla no tiene autoridad ninguna para prescribir lo que es correcto o no. Simplemente, doy mi opinión y admito la de los corresponsales. Entre todos nos corregimos, comentamos y aprendemos. No hacemos mal a nadie y nos lo pasamos muy bien. No nos incomoda que nos corrijan, a riesgo de equivocarnos. Por ejemplo, en su frase, a don Aznar, le sobra “de aquello”, diga lo que diga la RAE. Sí tengo alguna idea de lo que hablo.
 
Alejandro Atienza Ramos me comunica que esta seccioncilla es encomiable e interesante, pero que “de un tiempo a esta parte está dejando de tener interés… [al dar preeminencia a] asturianos furibundos, catalanes delirantes y vascos ebrios de identidad nacional… Aburre tanta reiteración”. Tiene usted toda la razón, don Alejandro. A mí también me empieza a aburrir un poco tal insistencia por parte de esos iluminados lingüísticos. Pero ¿qué culpa tengo yo? Es el material que me llega y es lo que comento. Tengo buenos amigos asturianos, catalanes y vascos y son humorados y sensatos, pero, por lo que se ve, esos no me escriben. De todas formas, no contesto más que a una fracción reducida de los emilios que me envían. Descarto los que simplemente me animan o me dan las gracias. (Se las devuelvo encantado). No hago mucho caso a las misivas realmente agresivas o insultantes, que las hay en cantidad. Selecciono los mensajes que puedan tener algún punto de interés general para esta población de libertarios curiosos. Con todo, siguiendo el consejo de don Alejandro, trataré de seleccionar mejor el material que me llega y me dedicaré más a aportaciones mías. Por ejemplo, ese es el sentido del análisis del lenguaje de Federico Jiménez Losantos que he “colgado” (¿se dice así?) la semana pasada.
 
Es innúmera la lista de los que se han sentido reconfortados con el análisis que aquí he hecho (a vuelapluma) del lenguaje de Federico Jiménez Losantos (FJL). Destaco, por ejemplo, el comentario de José Mª Navia-Osorio. Interpreta mi escrito como un exponente del “cariño” que profeso a FJL. Cierto es; cariño y admiración. Don José Mª se fijó hace tiempo en don Federico, “un señor, para mí desconocido, que siempre tenía una opinión distinta a la de los demás ─que solían ser políticamente correctos─ y que además era capaz de convencerme de que su punto de vista era el acertado”. Añade don José Mª que FJL “a pesar de su aparente dureza, tiene también su toque de ternura”. Exacto. Además de todo ello, para mí FJL es ante todo una persona culta. Es un rasgo común al elenco de tertulianos de la COPE. La prueba es que continuamente estoy leyendo algún escrito de algún “copetertulio”. Por ejemplo, ahora ando enfrascado con el último libro de Gabriel Albiac. Otro día le dedicaré un comentario reposado. Aconsejo a los libertarios que no solo se hagan con libros sobre la lengua sino que los entreveren con libros bien escritos de cualquier tema. Quien solo sabe de lingüística, ni siquiera sabe de lengua. Léanse los libros de FJL, los de los otros tertulianos y ahora el de Albiac. Es difícil no estar leyendo algún libro de César Vidar; tantos son.
 
Miguel Alonso (residente en Praga, Chekia) me felicita por el “grandioso” artículo sobre FJL. Aprovecha para enviar su “apoyo total para con la COPE por los ataques recibidos”. Se agradece la cantidad de afecto multiplicada por la distancia.
 
Marcos (de MH Gestión) confiesa que la lectura del artículo sobre FJL le agradó porque refleja exactamente lo que él mismo y sus amigos piensan del “arte literario de don Federico”. Me alegro de que se produzca esa identidad.
 
Miguel Barrena me aclara el origen de la voz “trasconejado” (= estar perdido, confuso) que emplea mucho FJL. Se refiere a la situación en la que el hurón lo ha metido el cazador en la madriguera del conejo. El hurón mata al pobre conejo y se queda con él en la boca. Pero de esa forma se atora y no puede salir de la madriguera, a menos que se coma el conejo. De momento, el hurón y el cazador se quedan “trasconejados” por el incidente. Lo que no me cuadra es que el hurón sea tan torpe.
 
En el artículo sobre FJL aludía yo a “la trova murciana”. Es una composición popular espontánea para ser recitada o cantada, al estilo de la copla. Antonio Medina me corrige: “En Murcia no se habla de trova sino de trovo”. Certifico que, conversando algunas veces con Alfonso Escámez o con Jaime Campmany, ellos se referían a la trova. El DRAE recoge las dos formas, trova o trovo. Quizátrovaes más culto y literario;trovoes más popular. Decimos “trovador”, no “trovodor”. El diccionario de Seco se inclina más por trovo, como parte del folclore cartagenero. Estoy dispuesto a rectificar. Siempre se aprende algo nuevo.

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