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Emilio J. González

Como en tiempos de Solchaga

La cosa, desde luego, no está para bromas porque esas alegrías se pagan caras. Es lo que ha venido a decir el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, en su reciente comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Senado

¿Qué va a pasar con el crecimiento económico español a partir de 2007? Hoy por hoy, la economía marcha bien entre otras razones porque los presupuestos están equilibrados y porque nuestro país aún se beneficia de importantes ayudas procedentes de la Unión Europea. Pero la política económica del Gobierno puede llevar en si misma la repetición de algunos de los errores cometidos a finales de la década de los ochenta, que desembocaron en la crisis económica de 1992-1993, una de las más duras sufridas por España en el siglo XX.
 
El Gobierno ha apostado para el próximo ejercicio por un presupuesto expansivo, en el que los gastos, que aumentarán el 7,6%, crecerán más que la propia economía. Si dicho incremento respondiera a mayores dotaciones de las partidas presupuestarias que estimulan el crecimiento económico, la creación de empleo y el desarrollo de la productividad, la cosa podría tener sentido. Pero resulta que buena parte de ese aumento se concentra en las partidas dirigidas a satisfacer los compromisos políticos y los intereses electorales del PSOE. De esta forma, los socialistas, en vez de tomar las medidas necesarias para resolver los problemas de la vivienda o la sanidad, han decidido, como en tiempos de Solchaga, tirar de chequera y gastar con una alegría que la economía española no se puede permitir.
 
La cosa, desde luego, no está para bromas porque esas alegrías se pagan caras. Es lo que ha venido a decir el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, en su reciente comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Senado. Caruana, cuyo mandato hasta ahora ha venido caracterizado por la ausencia de conflictos con el Gobierno, lo que otorga mucha más relevancia a sus palabras, ha advertido de los riesgos para el equilibrio presupuestario que representa esta forma de hacer política económica de los socialistas. Esos gastos pueden acabar con el equilibrio presupuestario y llevar a España de nuevo al déficit público, sobre todo si el crecimiento se desacelera, porque no vienen compensados con recortes en otras partidas presupuestarias, lo que se traducirá en mayores tipos de interés que frenarán todavía más la marcha de la actividad productiva y la creación de empleo.
 
¿Hay razones para pensar que en el futuro próximo España crecerá menos que ahora? Las hay porque, como dijo Caruana, la subida del petróleo no es cosa de un día sino que, con toda probabilidad, permanecerá en el tiempo e, incluso, podría ir a más, tal y como estiman los principales bancos de negocios y casas de Bolsa del mundo. Pero es que, además, a partir de 2007 España va a dejar de percibir esas fuertes cantidades de dinero de la Unión Europea que, en los últimos años, han financiado el desarrollo y la modernización de las infraestructuras del país y han aportado aproximadamente un punto anual al crecimiento económico. El vicepresidente económico, Pedro Solbes, conoce de sobra el impacto positivo que han tenido las ayudas de la UE para la buena marcha de la economía española y pretende mitigar el impacto de su reducción drástica a partir de 2007 con la creación de un fondo que las sustituya financiado con cargo al superávit presupuestario. Pero, ¿de dónde va a salir ese superávit si el Gobierno está decidiendo gastar más y más cuando en el futuro no se va a contar con las ayudas europeas para sostener el crecimiento y, a través de él, la recaudación de impuestos? Puede que de ningún sitio.

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