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Jorge Valín

¿Podrá el Estado adaptarse al cambio?

Ante la creciente pérdida de fondos europeos (de unos 4.500 millones en el 2007, a unos 990 en 2013) el problema real es que el estado no podrá rebajar el nivel de gastos con el que se ha comprometido.

Ahora que nuestro rumbo ha cambiado en los nuevos presupuestos de la Unión Europea podemos hacer un análisis de España e intentar esbozar algunas líneas más allá.

Recordaremos a dos economistas, Merlin Hunter y Harry Allen. Ellos esbozaron cómo se gestiona la sociedad bajo el imperio del estando del bienestar. Consideraban que siempre hay dos grupos: los pagadores de impuestos (tax-payers) y los consumidores de impuestos (tax-consumers). Bajo el estado del bienestar hay un segmento de actores económicos, los consumidores de impuestos, que viven a expensas del resto, los pagadores de impuestos. Hasta ahora España ha sido un consumidor de impuestos en referencia a Europa, pero en breve pasaremos a ser un pagador neto.

Todo el dinero que ha llegado a España ha hecho aumentar los ratios nominales del nivel de vida de los españoles, pero curiosamente no parece haberse traducido en un aumento real: nuestra capacidad de ahorro es cada vez menor, la pérdida de poder adquisitivo decrece gracias a las manipulaciones monetarias y políticas (la adquisición de una vivienda es el mejor ejemplo), la sanidad estatal cada vez se parece más a la sanidad cubana teniendo un futuro muy negro, las futuras pensiones con suerte nos dejarán en el umbral de la pobreza...

¿Y para qué han servido esos 6.800 millones de euros que recibía España anualmente de media (un total de 48.000 entre 1999 a 2006)? Sólo han servido para mantener vivo un sistema social monstruoso que dilapida el dinero de los que trabajan para mantener a elites ociosas como grupos de presión, políticos, actores, agricultores (40% del presupuesto total comunitario), crear campañas de lavado de cerebro estatal, regalar dinero a los amigos... La lista es interminable, y es que el gobierno ha sido incapaz de crear nada positivo, eso sólo lo sabe hacer el hombre libre cuando trabaja duro por su futuro sin las leyes ni tributos liberticidas del estado.

Ante la creciente pérdida de fondos europeos (de unos 4.500 millones en el 2007, a unos 990 en 2013) el problema real es que el estado no podrá rebajar el nivel de gastos con el que se ha comprometido. Francia ha intentado hacer diversos cambios discretos en su estado del bienestar y el resultado han sido hostiles reacciones de los grupos de presión. Lo mismo le va a ocurrir a España. ¿Realmente cree que si el gobierno español es incapaz de acabar siquiera con algo tan trivial como el déficit de RTVE (170 euros al año por hogar), puede reconvertir el estado del bienestar y servidumbre en un próspero laissez-faire? No, eso es imposible.

Ningún político nos puede sacar de este enredo, son ellos quienes nos han metido, pero la decadencia del estado no significa la muerte del individuo. Ante la mayor presión estatista que nos espera en los próximos años cabe la posibilidad de una mayor alienación del hombre hacia el gobierno. De hecho, es un proceso que ya se está produciendo: la tendencia de voto y confianza en los políticos cada vez es menor, la economía sumergida sigue teniendo altas cotas (más del 20% del PIB), los planes de pensiones privados crecen, los seguros privados también… Aún con las restricciones del gobierno el mercado privado suple las deficiencias que crea el estado del bienestar. En otras palabras, los actores económicos con sus acciones (lo que en economía llamamos preferencias reveladas) optan, no por las soluciones del gobierno, sino por la elección que le brinda la gente y el libre mercado.

No necesitamos un estado todopoderoso que fiscalice toda nuestra actividad humana, más bien ese es el estorbo a nuestra prosperidad. Cuando aprendamos a confiar en la gente y no en los políticos, habremos encontrado la solución a los grandes conflictos nacionales y nos daremos cuenta que los problemas de estado, en realidad, no tienen porque afectarnos en absoluto si prescindimos de su peligrosa “ayuda”.

En Libre Mercado

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