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Emilio J. González

Los graves errores de Zapatero

como en las cumbres de la UE siempre le conceden algo a todo el mundo, a ZP le han dado otro septenio más de fondo de cohesión al tiempo que le han endosado el 25% de la factura de la ampliación

La cumbre de Bruselas, en la que se han aprobado las perspectivas financieras de la UE para el periodo 2007-2013, se ha cerrado con un sonoro fracaso para España a causa de los graves errores estratégicos cometidos por el Gobierno socialista durante las negociaciones y en materia de política europea.

El primer error ha sido el objetivo de la negociación. Desde hace años se sabía que, a partir de 2007, España dejaría de ser receptor neto de fondos europeos y se convertiría en contribuyente por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque durante los últimos años, nuestro país ha sabido aprovechar muy bien las ayudas comunitarias para acercarse a la media de la UE en términos de renta, tanto en lo que se refiere al país en su conjunto como a las regiones que lo forman. En consecuencia, y gracias a nuestros progresos, estábamos destinados a perder una parte de los dineros que veníamos recibiendo hasta ahora, si bien no tenía por que ser una caída tan drástica como la que ha salido de la negociación. En segundo término, al producirse la última ampliación de la UE a diez nuevos Estados miembros aumentó el número de países entre los que repartir la tarta de las ayudas europeas, teniendo, además, los nuevos socios comunitarios más derecho que España a esos fondos debido a que su nivel de desarrollo es muy inferior al que ha alcanzado nuestro país en los últimos años. Con este telón de fondo, la estrategia inteligente hubiera sido centrar la negociación en un reparto más equitativo del esfuerzo financiero que supone para todos la ampliación de la UE, y no tener que soportar España la mayor parte del peso, como de hecho ha ocurrido al final ya que nosotros vamos a tener que pagar la cuarta parte de la factura de la ampliación. Sin embargo, el objetivo del Gobierno ha sido otro, el más equivocado de todos, y así nos ha ido.

Desde el primer momento, el Ejecutivo de Zapatero se ha empeñado en que España tenía que seguir siendo beneficiaria del fondo de cohesión, además de otras cosas, en lugar de tratar de conseguir una salida gradual del mismo y de los fondos estructurales que venían percibiendo las regiones que tenían una renta inferior al 75% del promedio comunitario, conocidas hasta ahora como regiones del Objetivo 1, así como de una excepción a las reglas comunitarias para el reparto del presupuesto que permitiera, en su conjunto, que España no tuviera que asumir una cuota tan grande de la factura de la ampliación como, finalmente, ha acabado ocurriendo. En la Unión Europea, donde nadie se anda con tonterías a la hora de defender los intereses de cada país, se dieron cuenta rápidamente de la importancia que concedía Zapatero, que no España, al fondo de cohesión por su valor simbólico para los socialistas ya que fue la gran concesión que obtuvo Felipe González en la cumbre de Maastricht, celebrada el 10 de diciembre de 1991 y en la que se aprobó la creación de la unión económica y monetaria. Así es que, como en las cumbres de la UE siempre le conceden algo a todo el mundo, a ZP le han dado otro septenio más de fondo de cohesión al tiempo que le han endosado el 25% de la factura de la ampliación, cosa que, probablemente, no hubiera ocurrido si el objetivo español en la negociación hubiera sido otro.

El otro gran error de Zapatero ha sido dejar a España sin aliados en Europa por culpa de su política exterior, y ahora lo hemos pagado en las negociaciones de los fondos europeos. Nuestro país tenía en su contra, desde el primer momento, a las naciones más ricas de la UE, que son las que hasta ahora han aportado más dinero a las arcas comunitarias, porque durante dos decenios aquí han llovido ingentes cantidades de fondos europeos, y, como es lógico, no querían seguir dando más dinero cuando tienen sus propios problemas que resolver, cuando España ha avanzado tanto en la convergencia con la Unión Europea y cuando hay que asumir los costes de la ampliación. Y Zapatero, en lugar de tratar de ganárselos, los enfureció con la forma en que anunció y llevó a cabo la salida de las tropas españolas de Irak, sin informarles previamente, pactar con ellos la forma de llevarlo a cabo y dando la sensación de que el terrorismo islámico se había salido con la suya, creando de esta forma un precedente muy peligroso para Occidente, todo ello en una acción sin precedentes en la historia de las relaciones internacionales que ha dejado a España con la imagen de país traidor y poco fiable en política internacional. Por tanto, es lógico que cuando el presidente francés, Jacques Chirac, y el entonces canciller alemán, Gerhard Schröeder, visitaron España y Zapatero quiso tratar con ellos el asunto de los fondos europeos que percibíamos, éstos se negasen en rotundo a hablar del tema.

Zapatero quiso arreglar las cosas levantando el veto de España a un proyecto de constitución europea que, tal y como estaba redactado, perjudicaba gravemente nuestros intereses y que, en el fondo, tal y como ha quedado demostrado después en el referéndum francés, le importa muy poco a los grandes países de la UE. Y aquí volvió a equivocarse gravemente porque al hacerlo, traicionó a los aliados con que España contaba entonces entre los países pequeños y los de la ampliación, en especial Polonia. Por tanto, España acudió a las negociaciones presupuestarias sin nadie que le apoyase, bien a cambio de nuestro respaldo en esas mismas negociaciones, bien por el apoyo prestado en otras cuestiones como la de la propia constitución europea. Sin esas alianzas, el Gobierno español difícilmente podía obtener un buen acuerdo para nuestro país, como ha sucedido finalmente.

En definitiva, la política exterior de ZP ha dejado a España aislada en Europa. Nuestra soledad llega a tales extremos que, en muchas ocasiones, ni siquiera hay contactos e intercambios de información con los representantes diplomáticos de otros países de la UE para conocer sus respectivas posiciones en los procesos negociadores y, de esta forma, articular una estrategia adecuada y llegar a acuerdos con otras naciones. La política exterior de Zapatero, de esta forma, le está costando muy cara a España. Ahora hemos perdido muchos fondos comunitarios y tenemos que ser los primeros pagadores de la factura de la ampliación, antes hemos perdido importantes ayudas en sectores agrícolas como el tabaco o el algodón. ¿Qué vendrá después? ¿Será el sector azucarero el siguiente en tener que pagar los platos rotos por el Gobierno?

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