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Jorge Vilches

Bobería y patriotismo

Porque conocemos en qué consiste el patriotismo de Rajoy: la defensa del interés de la nación española. Y se sabe cuál es el de los nacionalistas: dirigir todo acto o palabra hacia la independencia de su pretendida nación. Pero ignoramos los mecanismos de

Zapatero y Rajoy son dos personajes muy distintos, obvio es decirlo. Pero a un servidor, como amante de la historia de las ideas, le gustaría que detrás de cada uno hubiera todo un corpus doctrinal. Ese algo al que aferrarse cuando acucia la duda; o la pregunta necesita salirse de los tópicos. Y el analista de la vida política se dedica a desentrañar sentencias, planteamientos y eslóganes con los que construir ese decálogo que diferencie a uno de otro.

Sería cruel, por tanto, otorgar al líder socialista la “bobería” como signo identificativo de su pensamiento; y más la “bobería solemne”. El caso es que tal término se refiere a “cosa de poca entidad o importancia”, y las declaraciones y actos de ZP están muy alejados de esto. No levantarse al paso de la bandera norteamericana, insultar reiteradamente a Bush, retirar las tropas de Irak antes de lo acordado, recomendar al resto de los aliados que hagan lo mismo, abrazarse a Castro, Chávez y Mohamed VI, llamar fracasada a Angela Merkel, decir que España es la envidia de Europa cuando ha perdido el 95% de los fondos, anunciar que la “paz” es posible dos horas antes de que ETA haga estallar siete bombas, ningunear a las familias del caso Guadalajara, cerrar en falso la comisión del 11-M, asegurar que la nación española es un concepto discutido y discutible, prometer que aceptaría el Estatuto que saliera de Cataluña y luego querer dejarlo como una “patena”, aliarse con totalitarios como ERC e IU, o permitir el acoso a la libertad de expresión; todo esto no son “boberías” porque importan, y sus consecuencias son graves.

Rajoy, por otra parte, es un “patriota de hojalata”, según Zapatero y el corifeo Blanco, porque “confunde hacer oposición al Gobierno con hacer oposición a España”. Y lo dicen quienes tienen un pacto de gobierno con los que arrancan públicamente las páginas de la Constitución, en una “fiesta propia de la edad”, reniegan de su españolidad, abominan del idioma común, odian los símbolos de España y aspiran a la independencia.

Porque conocemos en qué consiste el patriotismo de Rajoy: la defensa del interés de la nación española. Y se sabe cuál es el de los nacionalistas: dirigir todo acto o palabra hacia la independencia de su pretendida nación. Pero ignoramos los mecanismos del patriotismo de Zapatero, ya que a veces parece decidirse por el de Rajoy, pero otras, las más, favorece el éxito de los nacionalistas. Así, el presidente socialista es capaz de incluir en la misma frase que el verdadero patriotismo es “defender los intereses de España” por “encima del interés partidista”, y sin salirse de la “voluntad de los ciudadanos”. Y, a continuación, bendecir el pacto del Tinell, trasladado al resto de España, para dejar al PP y a sus diez millones de electores como un partido marginal y despreciable.

Quizá es preferible ser “patriota de hojalata” que “patriota ojalatero”, ese que propicia, busca y usa el conflicto para conseguir el triunfo de su partido. No obstante, y con la caridad propia de la Navidad, siempre podemos creer que el corpus doctrinal de Zapatero se limita a arrogarse el papel de “defensor de las mujeres”, y a verle hacer la ola con nuestros soldados en Afganistán el mismo día que homenajea a 17 militares muertos.

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