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Carlos Semprún Maura

Del cuba libre a la coca libre

Se alzan voces para apiadarse del agresor, con sus problemas, desequilibrio afectivo, ausencia de “raíces”, búsqueda de reconocimiento y amor. Sabíamos que los puñales son símbolos fálicos pero, ¡por favor!

A los franceses les encantan las revoluciones exóticas, con sol y pandereta, tanto como las de nieve y gulag. Hubo más maoístas por metro cuadrado en la Universidad parisina que en China, se venden más camisetas “Che” en los hiper galos que en La Habana y, pese a que la Internacional Socialista, con sus habituales 40 años de retraso, emita reservas sobre Fidel Castro, el tirano barbudo sigue en el corazón de los tragarranas. No es pues de extrañar si se saluda aquí la victoria de Evo Morales (¡coca o muerte, venceremos!), presentada como la venganza de un don Mendo indígena: por primera vez Bolivia tendrá un presidente indio. Bien, ¿y qué? Me dicen que los indios constituyen el 60% de la población; no es por lo tanto noticia si de vez en cuando, sale un presidente indio, lo que importa es quien es ese señor y qué va a hacer. Se anuncian catástrofes. A fin de cuentas Batista era mulato y Castro más gallego que Fraga, Fujimori es japonés y Toledo nada tiene de toledano. Y podría dar otros ejemplos.

Según la prensa, el nuevo presidente declara que no va a nacionalizar el gas y el petróleo, pero que el estado lo va a controlar todo, desde la producción a la venta, y denuncia los contratos actuales como “nulos e ilegales” con lo cual es probable que aumente el “alquiler” hasta extremos que las compañías no puedan aceptar, entonces se verá “obligado” a nacionalizar, pero será por culpa de Bush (y de Solbes). Sobre la coca, sus declaraciones son aún más peregrinas: cocaína cero, coca más (como su partido). Resulta que el único destino rentable de la coca es la cocaína, ya que hasta en la Coca Cola (base del cuba libre), ha sido sustituida por productos “transgénicos”. La hoja de coca será tradición cultural, pero es la cocaína la que produce fortunas y asesinatos. ¿Va a nacionalizar su tráfico? Otros estados ya lo hacen.

Desde luego este folclore andino no es lo que domina en los medios galos, se habla más del peril jaune, porque el crecimiento económico chino les da miedo. También se comenta abundantemente el retorno de Alain Juppé, que estos días ha recobrado sus derechos cívicos. Esto molesta a sus compañeros de la UMP, que tras enterrar a Chirac (1% de intención de voto en un reciente sondeo) se habían acostumbrado al duelo Sarkozy-de Villepin, por lo que la vuelta de Juppé, injustamente condenado en lugar de su jefe, Chirac, parece un estorbo, aunque declaren lo contrario. Se volverá a hablar de Alain Juppé.

Un alumno de diecinueve años da tres puñaladas a su profesora de “artes plásticas” y la envía al hospital, gravemente herida, en Etampes. Se arma la marabunta, y una vez más los trapos sucios de la educación nacional están sobre la mesa. Se alzan voces para apiadarse del agresor, con sus problemas, desequilibrio afectivo, ausencia de “raíces”, búsqueda de reconocimiento y amor. Sabíamos que los puñales son símbolos fálicos pero, ¡por favor! Unánimes, los profesores reclaman que se reconozca la peligrosidad de su oficio, exigen aumentos de salarios, de personal, de subvenciones, de vacaciones. Otros, su derecho a abandonar sus cursos, sin perder su salario. El alelado ministro, Gilles de Robien, propone que se instalen policías y jueces en cada liceo. Los sindicatos protestan incluidos los de la policía. El debate es corneliano: ¿policía interna y sindical o policía externa y judicial? Me entero que ya se castiga a los padres, con multas y hasta cárcel, cuando sus hijos, los peques, no van a la escuela. Antaño, a ese mutis por el foro escolar, se le calificaba aquí de école buissonnière. Otros tiempos y, sobre todo, otra enseñanza.

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