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Agapito Maestre

El gobierno contra la libertad

Pero el PSOE no sólo se ha excluido de ese proceso democrático de mantenimiento y promoción de la libertad democrática, de las libertades, sino que se ha caracterizado desde su llegada al Gobierno por perseguirlas.

Zapatero y su gobierno han creado una crisis sin precedentes en la democracia española. Nadie se salva de esta situación de enfrentamiento con nuestra propia identidad de ciudadanos españoles, porque ha puesto en cuestión la base que da asiento a la ciudadanía: la nación española. Que volvamos instintivamente los ojos hacia los orígenes de la democracia es, sin duda alguna, la prueba clave de que la sociedad española se encuentra en una crisis profunda. Sin embargo, los orígenes de la democracia actual, la transición española, ya no pueden ofrecernos soluciones sino, a lo sumo, algún signo, alguna indicación para atajar sólo personalmente la crisis. No es poco, desde luego, pero la situación política ha cambiado tan radicalmente entre los orígenes de nuestra democracia y hoy que sería una ingenuidad buscar una respuesta en el pasado. La brecha entre el pasado y el futuro es abismal.

¿Cuál es el principal cambio? Por un lado, uno de los actores políticos, el PSOE, se ha marginado del proceso de búsqueda y asentamiento de libertades, arrastrando en su deriva a comunistas y nacionalistas. Y, por otro lado, las centrales sindicales miran para otra parte, como si nunca hubieran estado implicadas en luchas políticas por las libertades, y la patronal guarda silencio o hace declaraciones melifluas sobre la unidad del mercado o similar. Entonces, durante la Transición, todos los actores políticos luchaban por la libertad, incluido el PSOE; ahora, por el contrario, asistimos a un recorte, cuando no a la desaparición paulatina, de libertades fundamentales. El PSOE, pues, ha roto con el espíritu de la transición democrática: la defensa de la libertad de todos y cada uno de los ciudadanos españoles. Tanto es así que la libertad empieza a ser concebida sólo y exclusivamente como un atributo de la voluntad y el pensamiento, dejando de lado que la libertad, la libertad democrática, es sobre todo una cualidad derivada del proceso político.

La libertad, en efecto, no es sólo supuesto sino también conquista, que deriva de la misma acción política. Pero el PSOE no sólo se ha excluido de ese proceso democrático de mantenimiento y promoción de la libertad democrática, de las libertades, sino que se ha caracterizado desde su llegada al Gobierno por perseguirlas. Valga citar un par de acciones de Montilla para personificar este proceso del gobierno Zapatero: en primer lugar, la legislación surgida desde su ministerio sobre horarios comerciales, que es realmente lesiva para el derecho de los ciudadanos de comprar y vender cuando les dé la real gana, sin perjudicar a terceros; y, recientemente, su propuesta de un Consejo Estatal de los Medios Audiovisuales para vigilar y castigar la libertad de expresión. He ahí un par de signos más de la vileza de nuestro tiempo: la “libertad” es sólo una palabra para engatusar a incautos.

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