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Isabel Durán

La dictablanda de Zapatero

El presunto presidente de todos los españoles hacía la ola en Afganistán como maniobra de distracción al desastre europeo cuando el PSC gobernante junto con sus socios aprobaba en el Parlamento catalán la vuelta a la censura, a los tribunales de honor.

José Luis Rodríguez Zapatero no es el general Berenguer ni afortunadamente su gobierno sucede a dictadura alguna. Pero antes de que resuenen las campanadas que pongan fin a 2005, España atravesará el umbral del nuevo año convertida en una "dictablanda". Mientras la gran mayoría de los hogares se prepara para tomar las uvas, el presidente Rodríguez galopa al viento del rencor inmenso, de la vuelta al tormentoso pasado que tantos muertos, tanto dolor y tantas cicatrices dejó, de la mano de Carod Rovira, Maragall, Llamazares y Perpiñán.
 
Ensoberbecido, convertido en el don nadie del paisaje internacional, en el vendedor de humo de paja, en el Hugo Chávez europeo, el leonés solemne encabeza con paso firme y mano de hierro la gran revancha. Una turbulenta vuelta atrás cuyo primer paso consiste en amordazar a los millones de ciudadanos no adeptos cerrando los medios de comunicación que libremente eligen.  
 
El ensayo general ha comenzado por Cataluña. El presunto presidente de todos los españoles hacía la ola en Afganistán como maniobra de distracción al desastre europeo, cuando el PSC gobernante junto con sus socios aprobaba en el Parlamento catalán la vuelta a la censura, a los tribunales de honor. Pero eso era lo que se conocía. El Gabinete de Rodríguez Zapatero permanecía silente y expectante ante la primera andanada lanzada a través de la Generalidad por el socialista Pascual Maragall.
 
El golpe de gracia lo anunciaría poco después el diario El País. En plena vorágine prenavideña, el rotativo de Polanco revelaba que el Gobierno tiene todo dispuesto para imponer la mordaza a los pocos medios y periodistas discrepantes. Un organismo gemelo del tribunal de honor catalán, el CAE (Consejo Audiovisual Estatal), está a punto de ser aprobado por el Consejo de Ministros. Con él se instaura la censura a gran escala, el control político de los medios de comunicación, el sometimiento de la prensa al poder. O lo que es lo mismo, el fin de la libertad de expresión.
 
Tras la "dictablanda" llegó la república y con ella la guerra y la dictadura. Ahora Rodríguez Zapatero instaura su "dictablanda" y desentierra la mitad de los cadáveres ¿Hasta dónde quiere llegar?    

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