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EDITORIAL

El Estatut y el caos del PSOE

Para tensión, falta de consenso o "crispación", los que se están poniendo en evidencia entre las propias filas del PSOE y de su gobierno.

El nivel de degradación y descomposición interna al que está sometiendo el Estatuto soberanista catalán al Gobierno y al partido de Zapatero parece no tener límite. Que el presidente del Gobierno haya desautorizado este lunes a su vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, con una nueva propuesta de financiación más acorde con los deseos de los separatistas, ya sería de por sí  suficientemente bochornoso sino fuera porque, este mismo lunes, un destacado diputado del PSOE como Joaquín Leguina ha descalificando de raíz el Estatuto por “no democrático”. Como guinda, el ministro de Defensa ha arremetido, desde Kosovo, contra los nacionalistas y contra “todos aquellos que se levantan teniendo como ideología ver al vecino como extranjero”; lo cual está también muy bien, si no fuera porque el principal socio del gobierno de Zapatero –y de Bono– es una formación separatista cuyos dirigentes consideran extranjeros a los españoles y a la bandera de España como la “bandera del enemigo”.
 
Visto el panorama interno del PSOE y de su Gobierno, más que alabarlo, los socialistas deberían empezar por aplicarse ellos mismos el consejo del Rey sobre la necesidad de superar tensiones y alcanzar amplios consensos. Porque para tensión, falta de consenso o “crispación”, los que se están poniendo en evidencia entre las propias filas del PSOE y de su gobierno. El grado de confusión, la rapidez con la que se filtran, se modifican o se retiran las propuestas del Gobierno, es todo un anticipo del lamentable espectáculo que nos queda por presenciar.
 
Por mucho que el presidente del Parlamento catalán, el separatista Ernest Benach, asegure que, antes de que acabe el año, habrá un “preacuerdo” o un “acuerdo genérico” sobre el Estatuto entre el PSOE y los partidos nacionalistas catalanes, lo que es un hecho es que, a cuatro días de que acabe el año, en el PSOE son legión los que, como Leguina, consideran que hacer constitucional el estatut es “misión tan imposible” como “convertir el agua en vino”. Milagros no habrá, pero espectáculo hay para rato. De hecho, no ha hecho más que comenzar.

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