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Amando de Miguel

Dudas y errores

En ABC aparecía “Franco en el coño de Doñana”. Es fácil suponer la guasa de los sevillanos respecto a la tal doña Ana.

Son varios los magníficos libertarios que me han detectado el error de escribir párkin, así, con tilde. En efecto, no la lleva. Quizá haya sido una vacilación mía entre párking y parkin. Javier Lizarra, caritativo él, dictamina que esa tilde que yo he colocado mal puesta en una “sobreabundancia”. Gracias por la condescendencia, pero se trata realmente de un miserable error, el borrón del escribano.

Otra lamentable equivocación es la que me achaca el concienzudico Jaime Lerner. Por lo visto, decía yo que la preposición desde implica distancia física. Pero don Jaime asegura, con razón, que también puede haber una distancia temporal o incluso conceptual. Cita don Jaime un verso de Barges: “desde su enfermedad, desde su nada”. Consulto al efecto el diccionario de Cuervo y me apabulla. Desde “señala, con respecto al lugar, el punto de donde arranca el movimiento o la acción”, pero hay también otras justificaciones. Está la combinación “desde… hasta” para limitar un espacio, un movimiento, una clasificación. Asimismo, marca un límite temporal. “Desde aquel instante la hice dueña de mi voluntad” (Quijote). ¿Qué decir del “desde luego”, tan utilizado? Aun así, lo que yo criticaba es el abuso actual del desde para sustituir a otras preposiciones (de, con, etc.). Precisamente, Nacho García acusa ese mismo cansancio respecto a dichos como estos: “Trabajaremos desde el conocimiento” o “Dicho esto desde el cariño”.

Alejandro del Villar y Ferrer (Ciudad de Guatemala) insiste en que “desde” sirve muy bien para computar un lapso. De acuerdo.

José M. Marcos me riñe por haber puesto aquí “Chekia”, cuando debe ser “Chequia”. Acepto la corrección, pero resulta difícil para un español adaptar los nombres eslavos. Los checos llaman a su lengua cesky, los ingleses czech, los franceses tchèque y los alemanes tschchisch. El país se llama Ceska Republika. Como se ve, abundan las kas. Pero, en fin, digamos Chequia en español.

Algunos de los trabucamientos que me envían los curiosos libertarios son simplemente erratas. Por ejemplo, Juan Polaino (granadino de origen, sevillano por nacimiento, andaluz por emoción, madrileño por adopción, español por sentimiento y persona por convicción) señala una muy divertida. La recuerda siendo niño. Su padre regentaba una “calentería” (churrería) y en el quiosco de la esquina se comentaba el suceso. En ABC aparecía “Franco en el coño de Doñana”. Es fácil suponer la guasa de los sevillanos respecto a la tal doña Ana. Don Juan me recuerda la historia de los famosos duros sevillanos, una falsificación que hizo un joyero sevillano de las monedas de cinco pesetas en la que introdujo más plata de la ley permitida.

Arturo García Fernández me corrige: caterpillar en inglés no es “crisálida”, como yo decía, sino “oruga”. Acepto la estupenda corrección. La “oruga” es una forma de larva de algunos insectos con aspecto piloso (de ahí “pillar”). Esa misma forma es la que adopta el mecanismo de tracción de las ruedas de los carros de combate o de algunos tractores y máquinas de obras públicas. Por ese motivo se derivó caterpillar como una marca comercial de tractores. En cambio, la “crisálida” es el estado estacionario de algunos insectos con metamorfosis, encerrados en un capullo, generalmente dorado (de ahí lo de “crisos” = oro).

Enrique Borrajeros (Madrid) duda entre “soy averso al riesgo” o “soy adverso al riesgo”. Él prefiere la primera. A mí me suena mejor la segunda. Cualquiera de las dos es correcta. Averso o adverso es “contrario, opuesto”. En cambio, se dice “siento aversión”, no “siento adversión”. La última forma es arcaica.

Otra duda. Don Enrique plantea la forma de denominar la acción de pulsar alguno de los botones del ratón informático. “¿Es clickear o clicar?”. Yo prefiero “clic” y “cliquear”. Llaneza, muchacho.

Rafael Pina plantea que digamos hispanófono en lugar de “hispanoparlante”. Tiene su lógica, pero habrá que esperar a que lo acepte el pueblo.

Don Rafael observa que últimamente la palabra tropa (conjunto de soldados o de personas) se hace sinónimo de soldado. Es un anglicismo un poco molesto, aunque el plural tropas equivale a decir “fuerzas armadas, militares, soldados”. Tropa tiene un inevitable sentido despectivo. Se recuerda la famosa frase de Romanones cuando le comunicaron que no había salido elegido como miembro de la Real Academia: “¡Joder, qué tropa!”

Más dudas. Don Rafael precisa que “América está en un hemisferio, pero no es un hemisferio”. Son ganas de enredar. Lo de “hemisferio” es una imagen muy expresiva para indicar la mitad de un conjunto o una parte notable de ese total. Por ejemplo, el “hemisferio femenino”. El mismo don Rafael me felicita por ”su columna, [que] se lee en dos hemisferios, como quiera se definan”. Me siento orgulloso de atravesar el charco montado en la velocísima internet.

Fernando Gil Pujades me consulta la frase oída a un joven profesor: “Volveré par el equinoccio de Poseidón”. La frase resulta enigmática. Don Fernando sugiere que quizá se refiera a que Poseidón equivalía en la antigua Grecia al mes de diciembre. Pero ─añade─ en diciembre no hay ningún equinoccio, solo el solsticio de invierno (hacia el día 21). Tiene razón y comparto la duda. La versión romana del dios Poseidón era Neptuno, que a los madrileños nos resulta muy familiar. Las fiestas llamadas neptunalia se celebran a finales de julio. Los equinoccios son dos, hacia el 21 de marzo y hacia el 21 de septiembre. Es el momento en el que el Sol incide directamente sobre el ecuador y, por tanto, los días duran tanto como las noches. Eso hace que cambien las estaciones a partir de esos dos momentos (comienzo de la primavera y del otoño respectivamente). Sigo sin saber qué relación pueda tener todo eso con Neptuno. Espero de algún libertario informado que nos aclare el misterio sobre el “equinoccio de Poseidón”.

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