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Juan Manuel Rodríguez

David Meca, otro "campeón singular" que merece el Premio Príncipe de Asturias

Meca aprovecha cuando la Liga y la Fórmula Uno están de vacaciones para sorprendernos con un nuevo y extravagante reto, cuanto más extravagante mucho mejor. Y funciona, vaya que si funciona

Este Meca es más listo que el hambre. Consciente de que la suya es una especialidad deportiva en la que nunca nos fijaríamos los medios de comunicación (c'est la vie, este negocio no lo inventé yo), David no hace más que sembrarnos las redacciones con balizas de muchos colores. En el colmo de la astucia, sabedor de que, incluso haciendo eso, el fútbol y el "fenómeno Alonso" le pasarían velozmente por la izquierda, Meca aprovecha cuando la Liga y la Fórmula Uno están de vacaciones para sorprendernos con un nuevo y extravagante reto, cuanto más extravagante mucho mejor. Y funciona, vaya que si funciona. El otro día, ante la atenta mirada de los medios allí reunidos para la ocasión, David metió el pinrel en el agua, dio unas cuantas brazaditas y acabó diciendo que estaba demasiado fría. Lo que consiguió, en realidad, fue arrancar otras veinticuatro horas en los medios de comunicación. E hizo muy bien.
 
Si David Meca ha tenido la inmensa fortuna de la que gozó en su día (supongo que sin su conocimiento puesto que sería muy chiquitín) Fernando Alonso y, como en el caso del piloto asturiano, Jaime Lissavetzky también ha seguido atentamente su trayectoria desde que tenía tres años, albergo pocas dudas al respecto: el campeón mundial de 25 kilómetros en aguas abiertas (entre otros muchísimos títulos) obtendrá el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 2006. David es indiscutiblemente un "campeón singular" y lleva mucho tiempo abriendo "nuevos caminos en especialidades de máxima dificultad", que fueron las dos razones fundamentales que adujo el jurado al concederle el galardón al campeón mundial de Fórmula Uno.
 
Mensaje en una botella para los "anti-boxeo": Tras unir a nado Jávea e Ibiza después de veinticinco horas de travesía ininterrumpida, la temperatura facial de David Meca era de treinta y dos grados, cinco menos de lo normal, hasta el punto que los médicos tuvieron que inyectarle suero más caliente de lo normal para acelerar su recuperación. Sufría síntomas de congelación en su hombro izquierdo. A las 11:27, sostenido por miembros de la Cruz Roja, David Meca, destrozado, tocó tierra en el puerto de San Antonio en Ibiza. ¿Podría haber muerto Meca?... Podría. ¿Podría haberle mordido, por ejemplo, un tiburón?... Podría. ¿Era él consciente del riesgo que corría?... Sin duda era plenamente consciente de lo que hacía. ¿Y alguien tendría el cuajo de decirle mirándole a los ojos, una vez haya salido del hospital en el que han tenido que ingresarle tras su gesta, que lo que ha estado haciendo estas últimas veinticuatro horas no se puede calificar como "deporte" porque resulta que podría haber fallecido intentando llegar a Ibiza?... En "Million Dollar Baby" Morgan Freeman le dice lo siguiente a Clint Eastwood: "La gente muere cada día Frankie. Fregando suelos, lavando platos. Y su último pensamiento es: nunca tuve mi oportunidad. Gracias a ti Maggie sí la tuvo".

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