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Amando de Miguel

Étimos héticos

Las ciencias relacionadas con el lenguaje están muy lejos de alojarse en la rama de las exactas o naturales. Quiérese decir que entran más bien en la floresta de las humanistas o históricas. Sus resultados son siempre aproximativos, opináticos. Todavía más es el caso de la pretendida ciencia de las etimologías, el origen de las palabras. Ahí es donde entran no solo las opiniones sino las fantasías. Lo cual no le quita interés, sino que se lo concede. En estas páginas abundan las ilustraciones sobre el particular.
 
Pedro García (Gijón, Asturias) descubre que no se dice munincipio sino “municipio”. Se ha puesto a bucear en la internet y ha encontrado más de cien entradas con el término incorrecto. Ignoro de dónde procede el error, pero en latín es municipium (de munus= obligación, y capere = asumir). Luego no hay duda. El sistema de medir las entradas que acarrea la corriente de la internet no me parece un buen procedimiento. Por esa vía podríamos llegar a la conclusión de que los excrementos son muy nutritivos porque millones de enjambres de moscas y otros insectos así los consideran.
 
Marco Bahón Tellechea aporta una de esas etimologías falsas tan divertidas. A saber, guirigay, de guiri = extranjero y gay = homosexual. Está bien como chanza. De todas formas, durante mucho tiempo la voz guiri (pronunciación vasca de guiristino) designaba a los soldados liberales en las guerras carlistas. Algunas de esas tropas llevaban en el gorro las iniciales G.R.I. (Guardia Real Infantería). No obstante, en la guerra de Independencia algunos llamaban ya guiris a los soldados franceses. Así que vaya usted a saber. Sobre los gays o gayos hemos hablado ya bastante. Al final, guirigay es una voz típicamente onomatopéyica. No hay que buscarle más intríngulis al asunto. A saber de dónde viene lo de intríngulis. Seguramente es un remedo popular de una voz que quiere ser latina.
 
Sobre el origen de sicalipsis ─un neologismo de hace más de un siglo para aludir a la picardía erótica─ hay diferentes interpretaciones. Eso es lo bueno. Juan de la Fuente aduce la autoridad de Crisógeno Eseverri Hualde en su Diccionario etimológico de helenismos españoles. Sicalipsis vendría del verbo griego kalupto (= ocultar). Sin embargo, el mismo don Juan reconoce la fuerza de la voz sukon (= higo, pero también la vulva femenina). Cavilo que no hace falta mucha imaginación para asociar la textura del generoso fruto de la higuera con lo más peculiar del cuerpo femenino. Así pues, aceptemos el atrevimiento de sicalipsis como un divertido cultismo de nuestros bisabuelos, los del gremio literario. Es lástima que haya casi desaparecido esa voz. Pornográfico (= imágenes referidas a las prostitutas) no es tan expresiva.
 
Juan Maldonado Chamorro escribe desde el Japón para disentir de mi propuesta de castellanizar tsunami (= olas en puerto, ola gigantesca) como sunami. Recapacito. Cierto es que el sonido ts no existe en castellano, pero lo tenemos en el vascuence (tx) que también es una lengua española. Así pues, aceptemos el niponismo. De paso, don Juan se une al coro de puristas que me recuerda que tempura no es el pescado crudo sino los rebozados (pescado, marisco, verduras). Una precisión más del nipólogo don Juan. Su criterio es que kamikaze (= viento divino, literalmente) no equivale a un suicida. Era más bien un piloto extremadamente arriesgado que saltaba en paracaídas segundos antes de que se estrellara su avión lleno de explosivos. En su virtud, opina don Juan que no está bien que llamamos kamikazes a los conductores locos o ebrios que circulan en sentido contrario por una autopista. Aceptada la propuesta, pero resulta que en la cultura occidental no tenemos palabra para el combatiente que se inmola por su causa. ¿Héroe? ¿Cómo llamar a los terroristas suicidas? ¿Fue Cascorro un kamikaze?
 
A propósito detsumani, José Antonio Martínez Pons corrobora la tesis de que hay que dejar así esa palabra. Si le quitamos la T se comete un verbicidio como cuando decimosSicología(= tratado de los higos) porPsicología(= tratado del alma, de la mente). Muy bien observado.

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