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EDITORIAL

Enésimo ridículo exterior

Venderle armas, es decir, aviones militares y fragatas a un dictador malquistado con los Estados Unidos no sólo es un disparate político -a eso ya estamos acostumbrados- sino un tremendo error de cálculo diplomático

Ni trazando de antemano una cuidada estrategia, hubiera el Gobierno conseguido hacer el ridículo tantas veces, por tantos motivos en los delicados asuntos de la política exterior. No hay mes en el que Zapatero, Moratinos o cualquier otro ministro no meta la pata y nos busque un problema donde antes no lo teníamos.
 
La última, la de ayer, la de la polémica venta de armas a Venezuela que ya advertimos desde estas páginas que iba a traer cola. Aunque en Moncloa se hayan empeñado en lo contrario, el presidente Hugo Chávez es, junto con Fidel Castro, la principal amenaza a la libertad y la estabilidad en el hemisferio occidental. Charlatán, demagógico e insolente hasta límites insospechados, el venezolano se aplica a diario en demostrárselo a quien quiera oírle. Sus ataques a los Estados Unidos son continuos y reiterativos, muy a pesar de que Washington sea uno de los principales clientes, sino el principal, del petróleo venezolano.
 
Este extremo, que no ha impedido que los Estados Unidos mantengan unas correctas relaciones diplomáticas con Caracas, obliga a la Administración Bush a tratar con cautela todo lo relativo al régimen dictatorial que Chávez está instaurando en Venezuela a marchas forzadas. Nuestro Gobierno, en una mezcla de tercermundismo trufado con demagogia izquierdista de la peor especie, ha elegido a Chávez como el gran pivote de nuestra política americana que, por fuerza, ha de ser el centro mismo de nuestro quehacer exterior. España se juega su prestigio internacional al otro lado del Atlántico. Si apoyamos y brindamos sustento moral y material a dictaduras y regímenes decadentes como el que conduce el coronel golpista, poco respeto nos tendrán. De esto Moratinos aún no se ha enterado, y Bono, por lo que parece, tampoco.
 
Venderle armas, es decir, aviones militares y fragatas a un dictador malquistado con los Estados Unidos no sólo es un disparate político -a eso ya estamos acostumbrados- sino un tremendo error de cálculo diplomático. Más aún cuando el socialismo llegó al poder montado sobre el caballo del pacifismo, las pancartas del “No a la guerra” y las “ansias infinitas de paz”. Por de pronto, el Gobierno americano, y no la empresa suministradora, tal y como había querido hacer creer Exteriores, ha vetado la concesión de licencias tecnológicas para las aeronaves. A Bono se le debería caer la cara de vergüenza. Por esto y por poner en un complicado e innecesario brete a una empresa que no es española sino europea. Los aviones CN-235 vendidos a Chávez los fabricará EADS, un consorcio aeronáutico europeo en el que está integrada la española CASA. YA veremos en que termina todo el sainete de las armas a Venezuela aunque, siguiendo el refrán, lo que mal empieza, mal acaba.

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