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Amando de Miguel

Reírnos de nosotros mismos

En el atestado se leía: “Todas las parejas, con excepción de la que suscribe, estaban bailando”.

Gregorio Navarro (Calasparra, Murcia) asegura “no estoy de acuerdo con el tratamiento que usted le da a los trabucamientos. Para mí se trata simplemente de un descuido en el hablar, o en el pensar, o bien de que está hablando una persona cuya cultura es manifiestamente mejorable”. Pues no, señor. Hay distintas clases y subclases de trabucamientos. Están también los que cometen los personajes empingorotados. Lo fundamental en todos ellos es la vis cómica, un poco como en los “actos fallidos” de Freud. El mismo don Gregorio me proporciona esta perla: “Cero aniquilao” (= acero niquelado). Cualquiera que hable mucho en público (profesores, políticos) recordará que algunas veces se disparan los trabucamientos. Incluso se pueden emitir aposta para mantener la atención del auditorio. Los trabucamientos sirven para una operación sanísima: reírnos de nosotros mismos.

Don Gregorio tiene una teoría muy curiosa. Clasifica los acentos del castellano en una escala de 18 grados de musicalidad. El más musical sería el del Caribe Sur y Canarias; el menos musical, el de Murcia. No entiendo muy bien en qué se basa esa escala. A mí el acento o deje murciano me encandila por lo musical. El acento musical es siempre del de los otros. Por último, don Gregorio me pregunta por la razón de que un país que se llama a sí mismo Crna Gora sea conocido en todos los idiomas como Montenegro. Creo que hace tiempo ya se trató aquí, pero podemos volver sobre ello por si hay nuevas incorporaciones. “Montenegro” es la pronunciación en el dialecto veneciano de “Monte Nero”, el Monte Lovcen, un grandioso peñasco que destaca en esa zona con sus 1.700 metros. Es un poco como las Alpujarras, una zona muy quebrada que supuso durante mucho tiempo el bastión o refugio natural contra los turcos. Los montenegrinos hablan serbocroata, escriben con alfabeto cirílico y en su mayoría son cristianos ortodoxos. Hay también musulmanes.

Don Jean Desvars (a quien yo atribuía el sexo femenino; pura ignorancia mía) me ilustra con una ristra divertidísima de trabucamientos del Río de la Plata generalmente con nombres y apellidos. Transcribo algunos:

  • “Se rascan [= rasgan] las vestiduras” (senador colorado) o “No, no tenemos que rasurarnos [= rasgarnos] las vestiduras” (diputado colorado).
  • “Yooo, lo que quiero es que no quiero que me hagan caso, porque yo sé lo que quiero” (jugador de fútbol porteño).
  • “[El Partido Colorado] va a renacer de sus cenizas como el Ave Fleming [= Ave Fénix]” (comentarista de radio).
  • “Dispararon con un rifle de aire acondicionado” (= comprimido) (cronista de radio).
  • “No hay dudas de que aquí hay gato incendiado” (= encerrado) (cronista de radio).
  • “Yo no torturaba a los presos, solo les pegaba con sable” (militar).
  • “¿Por qué hay que ver siempre la viga en el ojo ajeno y no la tijera (= paja) en el otro (= propio)? (cronista de radio).
  • “Y, como dijo Martín Fierro, ladran, Sancho, señal de que cabalgamos” (discurso de un político en una cena aniversario).
  • “El presidente norteamericano Clin Binton (= Bill Clinton) (senadora liberal).
  • “Dentro del Partido Colorado cada quien tiene su talón de Ulises (= Aquiles) (político colorado).
  • “Este sujeto se lavó las manos como Pitágoras (= Pilatos) (senador colorado).
  •  “Yo digo que, si no es nene, va a ser nena” (Opinión de una modelo sobre el embarazo de la Primera Dama de la Nación).

Francamente nos congratulamos de que en Uruguay se escuchen los mismos sones de los trabucazos que aquí reputamos como españoles.

Viubel remite algunos trabucazos con solera, “recogidos personalmente”, subraya:

  • “la capa frenética” (= freática).
  • “Por favor, deme el abstracto (= extracto) de mi cuenta”.
  • “Vengo a pagar los diez reales” (= derechos reales).
  • “El partido lo van a retransmitir en indefinido” (= diferido).
  • “Los accidentes son gases (= gajes) del oficio”.
  • “Y que cada cual haga de su capa un ensayo” (= sayo).

Una clase especial de trabucamientos son los administrativos. El corresponsal de plantilla José Mª Navia-Osorio me envía esta margarita, contada por un juez. Es “la historia de un atestado de la Guardia Civil que fue llamada porque en una sala de fiestas había habido una pelea con apuñalamiento incluido. En el atestado se leía: “Todas las parejas, con excepción de la que suscribe, estaban bailando”.

Me llamarán pesado, pero insisto en que la colección de trabucamientos es interesantísima para conocer la estructura del lenguaje. Dejo aparte su vis cómica, que a nadie amarga un dulce.

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