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Emilio J. González

Solbes vence a Sebastián

han primado las tesis defendidas por Solbes frente a aquellas otras propugnadas por Sebastián, que pretendía hacer una revolución sin pies ni cabeza con tal de marcar amplias diferencias con la buena herencia económica recibida del PP y descalificarla

La propuesta de nueva reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que acaba de aprobar el Consejo de Ministros, ha puesto de manifiesto que en el pulso que mantienen desde el principio de la legislatura el vicepresidente económico, Pedro Solbes, y el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián, Solbes empieza a torcer el brazo de este último, un hecho que puede resultar de suma importancia para otros acontecimientos relevantes presentes y futuros, como la OPA de Gas Natural sobre Endesa o la sucesión de Jaime Caruana al frente del Banco de España, prevista para mediados de este año.
 
La reforma que ha salido del Consejo de Ministros puede calificarse de continuista con las dos que llevó a cabo el Partido Popular en sus ocho años de Gobierno, y aunque resulta bastante descafeinada en relación con las promesas electorales que en su momento realizó Zapatero, tiene la ventaja de que es la más sensata para los tiempos que corren. La reforma reducirá de cinco a cuatro el número de tramos del IRPF, bajará el tipo marginal máximo del impuesto y aumentará el mínimo exento, todo lo cual es razonable. Lo cierto es que parece bastante sensata y lo es porque en su contenido han primado las tesis defendidas por Solbes frente a aquellas otras propugnadas por Sebastián, que pretendía hacer una revolución sin pies ni cabeza con tal de marcar amplias diferencias con la buena herencia económica recibida del PP y descalificarla. De hecho, Sebastián pretendía modificar a fondo todo el sistema de deducciones, eliminando muchas de ellas, como la de adquisición por vivienda y la de aportación a planes de pensiones, así como elevar sensiblemente la tributación de las plusvalías. Afortunadamente, en estos capítulos apenas hay cambios porque Solbes, al final, ha impuesto sus tesis, mucho más sensatas y razonables.
 
Resulta significativo que esto haya ocurrido con una de las propuestas económicas estrella del programa de Zapatero porque revela la fuerza que está adquiriendo Solbes en detrimento de un Sebastián que, cuando llegó a Moncloa, parecía que iba a comerse el mundo, que venía investido de todo el poder necesario para dirigir la economía desde el ámbito del gabinete del presidente del Gobierno, con independencia de lo que dijera Solbes. Pero el vicepresidente económico, al final, y lógicamente, está acabando por imponerse mientras a Sebastián se le marcha la fuerza por la boca, con sus declaraciones y sus filtraciones interesadas a los medios de comunicación. Y resulta significativo que esto ocurra en unos momentos en los que Solbes y Sebastián mantienen puntos de vista radicalmente diferentes respecto a la OPA de Gas Natural sobre Endesa.
 
El primero no la ve con buenos ojos por lo que supone de restricciones a la competencia en el mercado energético y se inclina por imponer duras condiciones a la misma en la decisión final del Gobierno al respecto, entre las que estarían la ruptura del acuerdo entre Gas Natural e Iberdrola para la venta de activos. La dureza de esas condiciones probablemente daría al traste con los planes de la gasista propiedad de La Caixa, y en eso Solbes no está solo porque cuenta con el respaldo de varios ministros de peso. En contra se sitúan el titular de Industria, José Montilla, el que consiguió que La Caixa condonase un importante préstamo al PSC-PSOE, que desde el principio se ha decantado por sacar adelante la OPA a cualquier precio, y el propio Sebastián, quien, desde el comienzo de la legislatura, no ha hecho más que hablar de nuevas fusiones y concentraciones en el sector energético español y, desde entonces, viene actuando en este sentido.
 
Pero Sebastián, a fin de cuentas, no deja de ser un asesor de Zapatero, por muy próximo que pueda estar a él, al menos porque tiene su despacho en el complejo de La Moncloa, mientras que Solbes es el vicepresidente económico, el único bastión de credibilidad en política económica que le queda a los socialistas. Y está ejerciendo como tal, como acaba de demostrar con la reforma del IRPF, y como parece que puede suceder en lo que se refiere a la OPA de Gas Natural sobre Endesa, o en la sucesión de Jaime Caruana al frente del Banco de España, que Sebastián trata de condicionar a su favor como ha venido haciendo, en general, con los organismos reguladores del sistema financiero al ir colocando a su gente —muchos de los cuales venían de Intermoney, la agencia de valores que más está moviendo las acciones de Endesa— en organismos como la Comisión Nacional del Mercado de Valores o en puestos como la Secretaría de Estado de Economía, de la que depende la Dirección General del Tesoro que sienta a su titular en los consejos de la CNMV y el propio Banco de España.

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