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Sauvik Chakraverti

Debemos concentrarnos en el comercio

Los países en desarrollo, como la India, deberían proceder a eliminar unilateralmente sus barreras a las importaciones, aunque Estados Unidos y la Unión Europea insistan en su proteccionismo y el subsidio de su agricultura.

El fracaso de la reciente reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no era difícil de predecir. Era obvio, desde hace algún tiempo, que intereses creados se habían apoderado de su agenda. En lugar de hablar de libre comercio, influyentes portavoces promovían un mensaje diferente: los países pobres deben exportar de todo y no importar nada.

Ante esa falta de lógica debemos reiterar una realidad: así como producimos para consumir, exportamos para poder importar. Y de la misma manera que el consumo es la razón por la cual vamos al mercado a comprar, las importaciones son la parte más importante del comercio internacional.

Los países en desarrollo, liderados por la India, cuya gente es pobre en parte porque no han podido importar durante décadas, están a la espera de concesiones agrícolas de parte de la Unión Europea antes de proceder a abrir sus mercados. Muchos, con razón, critican la intransigencia europea. Pero otros, también con razón, apuntan al exitoso ejemplo de libertad de comercio unilateral de Hong Kong. Los países en desarrollo, como la India, deberían proceder a eliminar unilateralmente sus barreras a las importaciones, aunque Estados Unidos y la Unión Europea insistan en su proteccionismo y el subsidio de su agricultura.

La apertura comercial unilateral beneficia a los países pobres. Si cereales subsidiados por los países ricos son importados por la India, los pobres logran tener acceso a alimentos baratos. Como nos enseñaba Peter Bauer, entonces los pobres avanzarán “de la subsistencia al intercambio”, logrando así integrarse a la economía urbana. Así los campesinos de la India en lugar de cultivar cereales pueden producir verduras o frutas o flores. Y ese beneficio será financiado por los contribuyentes en Estados Unidos y la Unión Europea.

¿Por qué es eso tan difícil de comprender? Las negociaciones comerciales tienden a fracasar porque se llevan a cabo entre naciones, mientras que son los individuos quienes en realidad intercambian. Cuando los individuos comercian, la “reciprocidad” no interesa. Nunca nos esforzamos en comprarle a quien nos vende. El carnicero no va al sastre que es cliente de su carnicería. Va al mejor sastre que puede pagar. Vender y comprar son decisiones independientes y buscamos beneficios en ambas, pero separadamente. Por lo tanto, si la reciprocidad no existe entre individuos, ¿qué esperanza hay de lograrla entre naciones?

Entonces, la aparente solución es radical. Olvidémonos de la OMC, donde los gobiernos meten la mano y logran pérdidas para todos. Cada privilegio que otorgan a ciertos y determinados productores es un castigo para la mayoría de los consumidores. Si la India abriera sus fronteras unilateralmente, el mundo desarrollado se beneficiaría también. Por lo tanto, el mundo entero saldría ganando si los países pobres adoptan el libre comercio unilateralmente.

En la India debemos considerar que nuestras dos mil millas de costas son un inmenso y mal utilizado activo. Bajo el libre comercio, importantes nuevos centros de comercio surgirían a lo largo de nuestras costas. Tanto Hong Kong como Singapur prosperaron por ser puertos. En China, el gran crecimiento económico se desarrolla en zonas de la costa. Lo mismo sucedería en la India.

Mi país ha sufrido por el proteccionismo de nuestros gobiernos. Por lo tanto, mi mensaje a mis compatriotas es que no vayan a esperar que el gobierno tome la iniciativa de liberalizar el comercio. El gobierno solo tratará de vender favores y a nuestros empresarios les encanta conseguir favores del gobierno. El libre comercio es un llamado a acabar con la intervención gubernamental en el mercado mundial. Eso es, un llamado a libre comercio unilateral. Lo demás viene solo.

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