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Carlos Semprún Maura

El año del perro

Protestan como si Arcelor fuera una empresa gala cuando es europea, como decían que Concorde era un avión francés pero su fracaso comercial una quiebra británica.

Según el calendario chino, hemos pasado del año del gallo al año del perro, y la comunidad china de París lo ha celebrado este fin de semana con dos desfiles de dragones y tigres de papel, uno en el distrito 3, el otro en el 13, donde está “Chinatown”, entre las avenidas de Italia y de Choisy. La comunidad china de París es la más enigmática y la más abierta de todas. No se manifiestan, no hacen huelga, no se sabe si se naturalizan franceses, no se sabe si votan, si sus hijos van a escuelas francesas; no se sabe nada. Es abierta porque es esencialmente comerciante: abundan los restaurantes –bueno, eso– en todo París y “Chinatown” está lleno de tiendas, almacenes, algunos inmensos, comercios de toda índole y, claro, sus numerosos clientes son de todas las clases y de todas las razas. Pero nadie de “fuera” sabe si domina el budismo o el marxismo-leninismo-maoísmo.

Todo lo contrario de Hamas, donde domina, bien sabido es, el islamismo radical y terrorista. Su victoria en las elecciones no sólo ha sorprendido sino que lo ha transformado en organización responsable y sensata para los medios y los políticos europeos. Los nazis también ganaron las elecciones y una vez en el poder las suprimieron para siempre. En realidad, lo primero que salta a la vista es el desconcierto y la confusión. En este sentido, los titulares de la prensa estos últimos días es harto significativa y perfectamente contradictoria: “Israel acepta negociar con Hamas”, “Israel se niega a negociar con Hamas”, “Hamas acepta negociar con Israel”, “Hamas se niega a negociar con Israel”. También los Estados Unidos y la Unión Europea se niegan y aceptan, en el mismo periódico, negociar con Hamas. Pero como en estos momentos están reunidos en Londres para intentar adoptar una posición común, esperemos para saber si logran sacar algo en limpio. Por ahora, dos cosas están claras, pese a las tergiversaciones europeas: las declaraciones de los actuales dirigentes israelíes son contundentes: Hamas es una organización terrorista cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel, por lo tanto, ni hablar de negociaciones con esos terroristas. Eso es lo que yo he visto y oído por televisión. Lo que también está clarísimo y se merece capítulo aparte es la ofensiva victoriosa del islamismo radical y terrorista en todo el mundo arabomusulmán, y no sólo en Palestina.

En comparación con la gravedad de estos acontecimientos y los nuevos peligros que acechan a Israel, la OPA hostil contra Arcelor se asemeja a la crisis de Chupa-chups. Lo primero que salta a la vista de esta oferta de compra de Arcelor por parte de Mittel Steel, primera empresa siderúrgica del mundo y propiedad en un 80% de la familia india Mittel, es el chauvinismo económico de los franceses. Protestan como si Arcelor fuera una empresa gala cuando es europea, como decían que Concorde era un avión francés pero su fracaso comercial una quiebra británica. En este caso, las declaraciones del ministro francés, Thierry Breton, son tan confusas como patrióticas, y no hay forma de saber si la fusión de las dos empresas sería o no positiva para los accionistas, asalariados y clientes de ambas empresas. Lo único que cuenta para el ministro como para los líderes políticos que siguen sin entender la economía de mercado es que peligro un trozo de la patria económica gala y, si les decís que Arcelor es europea, os responderán desde luego, pero Europa es francesa.

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