Menú
Richard W. Rahn

Una reforma fiscal práctica

Existe la manera de simplificar el impuesto sobre la renta y aumentar la recaudación sin incrementarle los impuestos a nadie.

Un obstáculo a la reforma de los impuestos es la confusión que existe entre la tasa promedio y la tasa marginal del impuesto. La tasa promedio es el porcentaje de todos sus ingresos que uno paga en impuesto sobre la renta. La tasa marginal del impuesto es el porcentaje que pagamos sobre el último dólar de ingreso. En Estados Unidos, la tasa del impuesto sobre la renta va de 10% hasta 35%, que es la tasa marginal. Pero, según un reciente estudio de la Oficina de Presupuesto del Congreso, las tasas efectivas fluctúan entre 3% para la mitad de la población con ingresos más bajos hasta 24% para el 1% con mayores ingresos.

Altas tasas marginales desalientan el esfuerzo, el ahorro y las inversiones, por lo que resultan en niveles inferiores de empleo y de ingresos. Nuestro sistema actual, al tener tasas marginales muy superiores a la tasa promedio, hace mucho daño económico innecesariamente, al reducir los incentivos mucho más de lo necesario para obtener el mismo nivel de ingresos para el gobierno. Recordemos que el monto total recaudado aumentó luego de la reducción de las tasas promulgadas bajo los gobiernos de Kennedy, Reagan y del actual gobierno de Bush, debido al mayor incentivo producido por la reducción del impuesto.

La gente toma sus decisiones en base a las tasas marginales. Así, le pueden ofrecer una oportunidad de ganar un dinero adicional, pero si eso significa que su tasa marginal aumenta de 15% a 30%, posiblemente decidirá que no vale la pena el esfuerzo adicional porque entonces se quedará solamente con 70 centavos por cada dólar adicional de ingreso.

El tope 1% de la población con mayores ingresos paga el 34% de la totalidad de los impuestos, a pesar de que sus ingresos alcanzan solamente el 17% de todos los ingresos. La izquierda del Partido Demócrata insiste en que los impuestos deben ser todavía más progresivos, mientras que el Partido Republicano piensa que deben ser menos progresivos. Es más, estos últimos prefieren un impuesto plano, es decir, de tasa única. Y las encuestas muestran que la mayoría piensa que el impuesto no debe ser mayor del 20%.

¿Estaría usted dispuesto a renunciar a todas las deducciones del impuesto sobre la renta (impuestos estatales y locales, intereses hipotecarios, contribuciones caritativas, etc.) a cambio de tasas más bajas? Sobre ello debatirá el Congreso próximamente.

Existe la manera de simplificar el impuesto sobre la renta y aumentar la recaudación sin incrementarle los impuestos a nadie. El primer obstáculo a una reforma impositiva es lograr un acuerdo sobre si debe ser más o menos progresivo. El segundo obstáculo es asegurarse de que más gente saldrá ganando que perdiendo tras el cambio, lo cual es difícil de lograr sin reducir el monto a pagar. La manera de eliminar esos obstáculos es ampliando la base, eliminando todas las deducciones y exenciones y, luego, reduciendo las tasas marginales más o menos a la tasa efectiva promedio.

Tales cambios harían que algunos pagaran más en impuestos debido a que han planificado su vida económica en base al sistema actual; por ejemplo, teniendo una hipoteca sobre su casa mucho mayor para aprovechar esa deducción. Como solución, durante un período de transición se podría permitir que la gente calculara cuál sistema impositivo –el viejo o el nuevo– más le conviene y pagar el impuesto más bajo.

Esta reforma no sería perfecta porque la tasa marginal seguiría siendo alta y a los ahorros e inversiones se les seguirían imponiendo impuestos dos veces, pero se haría mucho menos daño económico, se le simplificaría la vida a la gente y se reduciría la ambigüedad del actual sistema impositivo. Pero su mayor virtud es que es políticamente posible.

En Libre Mercado

    0
    comentarios