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Jorge Valín

Donde dije Digo, digo Diego

La imagen de las dos corporaciones no ha quedado muy bien. A veces los empresarios olvidan, que por muy grandes que sean las compañías que dirigen, el objetivo de una empresa es servir a los consumidores y accionistas.

Siempre me ha caído bien Francisco González (presidente del BBVA) pero sus declaraciones de hace un par de semanas lo han dejado ahora en una situación algo comprometida. González aseguró que “BBVA no bajará las comisiones” en respuesta a las rebajas del Santander; incluso lanzó algún comentario despectivo. A la semana el BBVA no sólo hace unas rebajas del 50%, sino que además ha lanzado un nuevo producto donde aquellos clientes que tengan la nómina domiciliada podrán acceder a un crédito anual sin intereses ni comisiones de hasta 30.000 euros. ¿Es que González no sabe lo que pasa en el banco que dirige?

La situación es similar a la de la tabaquera Altadis que, tras despreciar los intereses del consumidor, subió el precio del tabaco. Una semana después y tras la reacción de Philip Morris, la tabaquera hispano–francesa se ha tenido que comer su estrategia comercial, y a toda prisa, hacer una fuerte rebaja para no quedarse en la cuneta.

La imagen de las dos corporaciones no ha quedado muy bien. A veces los empresarios olvidan, que por muy grandes que sean las compañías que dirigen, el objetivo de una empresa es servir a los consumidores y accionistas en lugar de comportarse como si la falta de competencia fuese su única garantía para los beneficios. Si usted le pregunta a un “experto” en banca si la competencia en el sector es feroz, le dirá sin pensárselo dos veces que sí. Pero si la competencia bancaria es feroz, adjetivo que sitúa en su máximo exponente la rivalidad, en otros sectores como el del automóvil, que compite internacionalmente, servicios minoristas, producción textil, plástica... nos vamos a quedar sin adjetivos.

No querría caer en elucubraciones técnicas pero la situación me ha recordado la Teoría del Monopolio del autor austriaco (de pensamiento, no de nacionalidad) Murray Rothbard: cuando se crea un monopolio natural (aplicable a sectores, y no necesariamente a empresas), y no de ley, su situación de dominio total es finita en el tiempo porque siempre surgirá otro empresario capaz de percibir las nuevas necesidades del cliente y explotarlas comercialmente hasta “derrocar” a su adversario.

A algunos les sería muy útil tener esta teoría en mente antes de decir nada. En fin, que Dios bendiga la libre competencia, aunque sea poca...

En Libre Mercado

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