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Pío Moa

¿Tenía razón Sabino Arana?

Hay que ser algo... gilipollas, y perdone la expresión, pero no se me ocurre otra, para conmemorar una derrota, que, además, ni libertades ni hostias, era por un pretendiente al trono de Maketania.

La nota de don Francesc Bofarull y Bofarull, de la Universidad Pompeu Fabra, está levantando tempestades. No quisiera estar en su pellejo. Vean:

«Carta abierta a un catalán equivocado y pretencioso

Vaya por delante que aspiro a un trato amable y cortés con todos los pueblos que gimen bajo la opresión intolerable del Estado español y sostienen una heroica lucha por la libertad. Pero usted empieza, hipócritamente, por afirmar no querer inmiscuirse en los asuntos internos de los demás pueblos, y luego va y se inmiscuye a lo bestia, y, si me permite señalarlo, de modo ofensivo. Por ello me veo obligado a responderle con franqueza y sin remilgos, al estilo directo típico de los vascos, tan alejado de esa falsía que, por desgracia, afecta a tantos de ustedes, los catalanes. Así de claro.

Usted insulta cobardemente a Sabino Arana llamándole orate, injuriando a todos los vascos, y sólo porque Arana sostuvo que los catalanes eran españoles o maketos. Sepa usted, señor Bofarull y Bofarull, que Sabino Arana es el Maestro y fundador del nacionalismo vasco, el que nos despertó a los vascos de nuestro sueño ancestral, cuando los vascos se sentían… ¡figúrese usted! ¡Se sentían españoles, a pesar de todas las pruebas y evidencias en contra! Pues bien, si un Maestro, un genio como Arana, calificó a los catalanes de maketos, lo primero que tendría que pensar usted es que por algo lo diría. Esto es lo primero que a una persona con dos dedos de frente se le ocurre ante las palabras de Sabino.

Porque nuestro Maestro, señor Bofarull y Bofarull, vio lo irrazonable de la pretensión de los nacionalistas catalanes al proponernos una alianza sin principios ni distingos. Usted, cucamente, evita citar las otras palabras del Maestro: "No es razonable la alianza de los catalanes y los bizkaínos; pues no son semejantes los sujetos Bizkaya y Cataluña. Equiparar nuestro derecho a constituir nación aparte, con el derecho que le sirviera de base al nacionalismo catalán, sería rebajar el nuestro. Nunca discutiremos si las regiones españolas como Cataluña tienen o no derecho al regionalismo que defienden; porque nos preocupan muy poco, nada por mejor decir, los asuntos internos de España". ¡He ahí la madre del cordero, señor mío! Frente al confusionismo de ustedes procedía aclarar las cosas, para eliminar peligrosos equívocos.

¿Qué le enseñan, o qué enseña usted en su universidad, señor Bofarull y Bofarull? Sepa que, como aclaró de una vez por todas nuestro Maestro, "la raza vasca es tan distinta de la española como lo es de la china o la zulú", y por eso formamos "la nación más noble y más libre del mundo entero, raza singular por sus bellas cualidades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española ni con la francesa, que son sus vecinas, ni con raza alguna del mundo". Y ahora, ¿podría usted decir, con el corazón en la mano, otro tanto de los catalanes? ¿Podría decirlo alguien con un mínimo de decoro y respeto por los hechos? No, ¿verdad? Pues saque usted la consecuencia: no hay equiparación posible entre los derechos de los catalanes y los vascos. No le dé más vueltas.

Sabino acierta, y usted yerra lastimosamente, y se lo aclararé aún más, siguiendo en esto a Xan o Brétemas, que ahí da en el clavo: ¿Quién es el héroe nacional de ustedes? Rafael Casanova. A su estatua le rinden ustedes homenaje cada año como símbolo de la nación catalana. ¿Y quién era ese Casanova? ¡Un españolazo de pies a cabeza! No luchaba por ningunas libertades catalanas, sino por un aspirante a la corona de… ¡de España, señor mío, a la corona de España, no a la de Cataluña! Y ni siquiera eso lo hizo bien, pues, lo dice Brétemas y yo le creo, fue un gallego el héroe real. Casanova huyó vergonzosamente, y cuando pasó la tormenta, volvió a Cataluña, prosperó como abogado y funcionario de Felipe V, y colorín colorado. Este es su héroe nacional, y con eso queda dicho todo, señor Bofarull y Bofarull. Venga ahora dándonos lecciones de ciencia y no sé cuántas cosas más.

Y paso a otro disparate suyo sobre la batalla de Padura, de la que usted no tiene ni idea... ¿Así enseñan en sus universidades? Da pánico pensarlo. Pero ahí tiene usted otra diferencia clave, señor Bofarull y Bofarull: nosotros conmemoramos una victoria en la lucha por la libertad, ustedes una derrota. Hay que ser algo... gilipollas, y perdone la expresión, pero no se me ocurre otra, para conmemorar una derrota, que, además, ni libertades ni hostias, era por un pretendiente al trono de Maketania. Hay que joderse, los tíos, y encima vienen dando lecciones.

¿Significa todo esto que ustedes y nosotros no podamos pactar? Ni mucho menos, si ustedes saben aceptar la realidad, esto es, el pluralismo o diferencia entre vascos y catalanes. Porque Sabino Arana sentó, con magistral perspicacia, estos principios estratégicos: "tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre más postrada y arruinada", y "si a esta nación latina la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo". En otras palabras, ¿que ustedes no quieren ser españoles? ¿Que ustedes quieren contribuir a despedazar el Estado español? ¡Pues cojonudo! Ahí sí que vamos a entendernos. Pero repito lo que usted mismo indicaba: juntos pero no revueltos.

Y acabo: usted se presenta pomposamente como "de la Universidad Pompeu Fabra". No le imitaré, sino que firmaré con la sencilla honradez que nos caracteriza:

Queda suyo afectísimo

Iñaki Eguaraz Hernandorena, sin otro título que el de Buen Vasco.»

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