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Amando de Miguel

El latín de nuestros pecados

Las llamadas lenguas regionales (por tener un radio de acción menor que el español) también son parte de mi herencia cultural española. Esa es la razón por la que yo quiero votar en el referéndum que suponga la secesión de España de alguna de sus regiones

Francisco García Antón anda inquieto por el título de un artículo anterior "Tu madre come manzanas coloradas". No hay mayor misterio. Responde a una vieja charada que se contaba en las clases de Latín. La frase es mater tua mala burra est, que se traduce de la manera indicada y no de la forma que se asemeja al español.

Juan de la Fuente cuenta que alguien soltó el latinajo de marras a unos niños gaditanos. Uno de ellos "no se cortó un pelo y replicó con desparpajo: la túa más que la múa". Ahí es nada, se había mentado a la madre.

Ángel González Malaxetxebarria (Miami, USA), se congratula de que se haya reimpreso "el Raimundo" que él utilizó en el Seminario de Vitoria hace medio siglo. De paso nos lanza un reto: "Reto a sus doctos lectores a que me traduzcan rebare fari nescio, sed fabare scio". Por mi parte me doy por vencido. Pero estoy seguro de que algún libertario latinista sabrá responder. De momento, bienvenida sea la nueva versión del "Raimundo" o el "De Miguel". Que conste que no tengo ninguna relación de parentesco con el egregio don Raimundo.

Amaya Viros-Usandizaga me insta a que me centre en los comentarios sobre el castellano y que me despreocupe de "los nacionalistas y sus idiomas. Con todos mis respetos, que se busquen su propio Amando de Miguel y su propia Libertad Digital que discuta las idiosincrasias de sus propios idiomas". No estoy muy de acuerdo. Yo aquí comento lo que me escriben los libertarios, aunque algunos sean más bien liberticidas. Pero la cortesía me exige corresponder con todos. Por otra parte, las llamadas lenguas regionales (por tener un radio de acción menor que el español) también son parte de mi herencia cultural española. Esa es la razón por la que yo quiero votar en el referéndum que suponga la secesión de España de alguna de sus regiones. Aparte de la curiosidad por las lenguas regionales me place realizar algunas excursiones por el latín y el inglés.

Ya de paso, doña Amaya inquiere a la chita callando lo que más le interesa. Así se despide: "Un abrazo y a ver si nos cuenta lo del ósculo. Por de pronto le mando un beso". Es muy sencillo. Ósculo es beso, pero seco, con los labios cerraditos, por cortesía o ritual. La palabra ósculum quiere decir algo así como "boca chiquita". Era, para los latinos, un saludo común sin distinción de sexo. Recuérdese el beso de Judas. Pero beso propiamente se asocia con lo suave (basium), chocar boca con boca, es decir, un beso húmedo, incluso con la lengua entrometida. Qué curioso aquellos aguerridos castellanos que eligieron el beso, y no el ósculo, como expresión amorosa. Por lo mismo, eligieron cama (= amor, lecho de los animales) y no lecho, reservado este para morir y para recostarse solemnemente. No se andaban con remilgos nuestros antepasados de hace 30 generaciones.

Dado que, en la vida social el beso se reduce casi siempre al ósculo, para destacar el lado amoroso se dice "besito fuerte", lo que parece un oxímoron. Resulta muy expresivo.

Ignacio Frías me proporciona una curiosa explicación del modismo coloquial al buen tuntún (= a ojo, a la buena de Dios). Se trata de una corrupción de la expresión latina vultus ad vultum tuum (= mirándole cara a cara) de uno de los Salmos. José María Iribarren recoge varias versiones en las que el ad vultum tuum pasó a ser "a bulto" (= sin pensarlo mucho).

Fidel Argudo Sánchez me acompaña un largo memorial con varias razones para poner la tilde correspondiente en las palabras latinas cuando las introducimos en el español. Asunto zanjado.

Don Fidel, latinista de por, me aclara la significación de las siglas DOM. Equivalen aDeo Óptimo Máximo, en dativo (= al Dios Óptimo Máximo), que encabezan ciertas inscripciones votivas. Precisa don Fidel: "No se aplica nunca a los frailes ─que no monjes─ dominicos o "predicadores", cuyas siglas son OP (= Órdinis Praedicatorum, de la Órden de los Predicadores". Por otro lado, remacha que "la abreviaturaDomes el tratamiento de respeto que se da a los monjes ─que no frailes─ benedictinos en todas sus ramas (cartujos, cistercienses, trapenses, camaldulenses). Es, efectivamente, la apócope del latín dóminus (= señor) y equivale exactamente al españoldon".

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