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Juan Carlos Girauta

La odisea popular

Deja ya de creer que compartes proyectos o principios con esos sedicentes moderados que educan en el odio a la única nación. Átate al palo mayor y no escuches la voz del seductor que te conduce al abismo en Cataluña.

Aprovechen los populares su Convención para conjurar los peligros que acechan, desenmascarar a elegantes traidorzuelos, defender y difundir las ideas del siglo, exhibir lo logrado, sacudirse el complejo inexplicable. Recuerden a los jóvenes y jóvenas de keli y jerigonza quién abolió la mili y quién dejó el desempleo –también el juvenil– en la mitad. Eviten a los falsos amigos que vienen ofreciendo sus recetas: cómo gustar a quien jamás les vota. Zarandeen un poco, despierten o estimulen a tanto consejero de corbata rosácea como pulula en torno a la cúspide adusta, prodigando dossieres improbables, libando o succionando las flores genovesas.

Qué afortunados son, millones de personas siguen su peripecia, les observan y alientan más allá de las urnas, no les olvidan, no se avergüenzan, les siguen considerando sus representantes a despecho de errores y desplantes, los defienden con uñas y dientes en entornos hostiles, pagan el precio de la adscripción a unos pocos valores, los dos o tres que importan. Qué suerte tienen: ostentan el mandato de la gente impecable que periódicamente, cuando ustedes lo piden, exclama por las calles sus razones. Nunca se habían visto tan exquisitas manifestaciones en la España que incendiaba los retablos, y que más tarde formaba piquetes, y que luego aventaba caprichos de adolescentes hartos. Nunca se había visto nada igual. Por eso quien gobierna no quiere comprenderlo ni aceptarlo, simplemente lo niega. Por eso los que viven de opinar les mencionan la ira imaginada, les atribuyen toda crispación. No caigan en la trampa; a esos tipos les crispa la mera discrepancia.

Afortunado Partido Popular, aprovecha la tarde madrileña para reivindicar el éxito arrollador en el gobierno, la dignidad insobornable en la oposición. Y cuídate de amigos, asesores y aliados "naturales". Deja ya de creer que compartes proyectos o principios con esos sedicentes moderados que educan en el odio a la única nación. Átate al palo mayor y no escuches la voz del seductor que te conduce al abismo en Cataluña.

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