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EDITORIAL

Dos formas de afrontar el 11-M

Se equivoca el PSOE al asumir que el ansia por saber la verdad tiene que ver necesariamente con los pasados comicios. Si así fuera, dos tercios de los españoles estarían dolidos por los resultados y, previsiblemente, votarían por el PP en las elecciones.

El segundo aniversario de los terribles atentados del 11-M ha mostrado las dos maneras bien distintas de afrontar la masacre que presentan gobierno y oposición. Unos les recuerdan a esas víctimas del terrorismo que, como sucede con las de ETA, "la gente decente está con ellos" y piden que se averigüe quiénes fueron los culpables. Mariano Rajoy afirmó que "todos queremos saber quiénes han sido los autores de este atentado", para así poder "evitar que se vuelvan a producir acontecimientos como estos". Esperanza Aguirre exigió que el grito del "quién ha sido" no sirva sólo para derribar gobiernos y aseguró que resolver la autoría "es una exigencia de dignidad nacional".

Mientras tanto, Álvaro Cuesta empleó un lenguaje un poco más abrupto, dedicado de lleno, no a los terroristas, sino a la oposición. Al parecer, para el socialista el PP "demuestra muy poca catadura moral" por expresar su interés en que se conozca la verdad sobre lo sucedido, por el mero deseo de que se establezca quiénes y por qué cometieron los atentados. Añadió que había "que hacer todo lo posible" para que "no volvieran a gobernar", una actitud perfectamente esperable en un demócrata de pro que llama energúmenos a los miembros del CGPJ, representantes del único poder del Estado aún no sometido por su partido.

Mayor nerviosismo ha mostrado la vicepresidente Fernández de la Vega, al acusar a los populares de lanzar "sombras de sospecha sobre el funcionamiento del Poder Judicial", que aún no ha dictaminado esa autoría, "y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado", a los que nadie en el PP ha acusado de nada. Esta actitud de asumir que el deseo de saber quien mató a 192 personas es necesariamente un ataque al gobierno, a los jueces y a la policía, no hace sino despertar sospechas sobre su propio interés en desvelar la verdad. Y es que poca confianza puede ofrecer quien asciende a un comisario que, en su nuevo puesto, prepara sus comparecencias parlamentarias en la sede socialista de Gobelas y ordena a sus subordinados callar datos sobre cuya relevancia no es quien para decidir.

Es posible que el PP le "cueste asumir" su derrota electoral, aunque no es nuestra labor ni la de la vicepresidente ejercer de psicólogos de la oposición. Sin embargo, se equivoca el PSOE al asumir que el ansia por saber la verdad tiene que ver necesariamante con los pasados comicios. Si así fuera, según la encuesta deEl Mundo, dos tercios de los españoles estarían dolidos por los resultados electorales y, previsiblemente, votarían por el PP en unas futuras elecciones. Pero más de la mitad de los socialistas preguntados han respondido también que "aún no se sabe lo que pasó". Si Gobierno y PSOE desearan disipar de verdad todas las dudas acerca de los atentados, deberán dejar de insultar a quienes preguntan y encabezar la manifestación de los que necesitan saber la verdad. Aunque no sea ante las sedes del PP ni sea jornada de reflexión.

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