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Jorge Vilches

Realidad nacional andaluza

Tienen una "tienda virtual" en la que dicen "FORMA’E PAGO pa kuahkiér pedío: INGREZÀ la kantiá korrehpondiente en la kuenta XXX de XXX endikando nombre u konzehto der pagaó u pagaóra, y dihpuéh mandà un e-mail a nazionandaluza".

Las tesis sobre la débil nacionalización española han servido a algunos para justificar una supuesta fortaleza doctrinal de los "nacionalismos periféricos". Es hora de replantearse esto, de revisar los precedentes históricos fantasiosos, los antagonismos simplones y los reduccionismos que, hoy, sonrojan. Merece la pena, en medio de esta carrera nacionalista a la que asistimos en España, recordar los planteamientos sobre los que se sostiene uno de esos nacionalismos: el andaluz.

El Padre de la Patria Andaluza, declarado así oficialmente, es Blas Infante, un hombre más prosista que pensador, más gongorino que teórico, que inventó una nación anclada en el Islam, en el africanismo como vocación. La identidad andaluza consistía, y consiste, en recalcar que, como sentenció Infante, "Europa fue nuestra conquistadora (la de al-Andalus) y Castilla la avanzada de su ejército que contra nosotros peleó". La caída del Reino de Granada es para el nacionalismo andaluz lo que para el vasco la derrota del carlismo, y para el catalán la entrada de las tropas de Felipe V en Barcelona. De hecho, la bandera verde y blanca de Andalucía la crea la Asamblea Regionalista de Ronda, en 1918, tomando los colores de las banderas del reino nazarí de Granada.

Las raíces nacionales de Andalucía estaban en el sur, en África, y los males, qué sorpresa, provenían de la presencia española. "Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra –afirmó Blas Infante- (...). Declarémonos separatistas de este Estado (...) que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros. Avergoncémonos de haberlo sufrido y condenémoslo al desprecio".

Y en esa descripción de la Andalucía que no era Europa, incluso a comienzos del siglo XX, había "andaluces auténticos" –escribe Infante en 1931- y "andaluces falsos", esos que adoptaban maneras, costumbres e incluso vestimentas europeas. La originalidad de España estaba en su islamismo, en ser al-Andalus, pero Castilla europeizó la Península, y el país se perdió.

El proyecto político de Blas Infante, y del actual nacionalismo andaluz, pasa por una confederación basada en el "derecho de autodeterminación". La fórmula consiste en un conjunto de Estados confederados por libre decisión de sus naciones, en un pacto rompible a demanda de cualquiera de las partes. Y Andalucía sería una federación de Estados provinciales "incluyendo -según Infante- Marruecos". Porque lo español –que Blas Infante identificaba con la civilización europea y el cristianismo– es dañino. Así, el Padre de la Patria Andaluza no tuvo ningún reparo en viajar a Marruecos, en 1924, en plena guerra de África, para visitar la tumba de Al-Motamid, último rey alhomade de Sevilla.

El preámbulo del actual Estatuto andaluz dice que Blas Infante luchó "por conseguir una Andalucía libre y solidaria en el marco irrenunciable de la unidad de los pueblos de España". Y en la página web del Parlamento andaluz se puede leer que "se adelantó a su tiempo" con "propuestas" como la "división de poderes (ejecutivo, judicial y legislativo)" (sic.).

De esta visión de Blas Infante como el Montesquieu andalusí, se pasa a la de los grupos independentistas como "Nazión Andaluza". Este grupo de estilo batasuno promueve el "idioma andaluz", porque la lengua es, junto a la raza y las costumbres, la seña identitaria que les separa del "Estado opresor español". Ese idioma consiste en escribir el castellano con el acento andaluz. Pero la lucha social es cara, por lo que tienen una "tienda virtual" en la que dicen "FORMA’E PAGO pa kuahkiér pedío: INGREZÀ la kantiá korrehpondiente en la kuenta XXX de XXX endikando nombre u konzehto der pagaó u pagaóra, y dihpuéh mandà un e-mail –esto en correctísimo inglés– a nazionandaluza". Porque los muchachos "nazionalihtah" venden camisetas que dicen, por ejemplo, "¡¡No te bendah ni bendah tu terreniyo a la ehpekulazión!!". Y pegatinas a "1 unidá=10 zentimoh", "gahtoh d’aí p’arriba la kantiá preguntà". En fin, parafraseando a Gila: "Me habéismataoa la nación española, pero lo que me he reído...".

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