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Jorge Valín

Quién provoca enfermedades

Si el estado subvenciona las enfermedades es inevitable que estadísticamente haya más enfermos.

David Henry, profesor de Farmacología Clínica de la Universidad de Newcastle, Australia, en una reciente conferencia sobre la "creación de nuevas enfermedades" afirmó que "las dolencias falsas convierten a las personas sanas en enfermas y exageran problemas leves con el fin de aumentar las ganancias". Para Henry, en conclusión, parte de las enfermedades actuales son provocadas por las compañías farmacéuticas y sus campañas de marketing.

No puedo estar más de acuerdo con la primera parte, pero la conclusión de Henry es parcial, interesada y totalmente antisocial. El economista y filósofo Hans-Hermann Hoppe también ha apuntado similares reflexiones pero teniendo en mente el sistema de Seguridad Social. Para Hoppe los subsidios de enfermedad, discapacidad... generan más enfermedades y dolencias desanimando el trabajo, esfuerzo individual y la solidaridad para generar una sociedad hedonista que sólo aspira a vivir de los demás.

¿Pero tiene razón Hoppe? Uno de los ministros de economía del gobierno de Felipe González afirmó algo similar: el nivel de enfermos y discapacitados en España sólo pueden ser creíbles después de un desastre natural o guerra civil. Sin duda es una exageración, pero no le faltaba parte de razón. Los países con mayores niveles de protección médica estatal tienen mayor número de enfermos y discapacitados. Por ejemplo, según el CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) en España hay aproximadamente un 10% de personas con algún tipo de discapacidad, mientras que en países con gobiernos más agobiantes, como Finlandia, la cifra aumenta al 23% de la población. Expresado de otra forma, de diez finlandeses, dos tienen alguna discapacidad. No es muy creíble. ¿También es culpa del marketing de las farmacéuticas? Si el estado subvenciona las enfermedades es inevitable que estadísticamente haya más enfermos.

Lo que está afirmando Henry es que todos somos idiotas menos él, por eso sucumbimos ante las farmacéuticas perdiendo nuestra personalidad y gustos comprando todo lo que se nos anuncia. Pero todas las transacciones comerciales son voluntarias. Usted compra si quiere, y por actuar de esta forma nadie tiene ningún derecho moral a llamarle estúpido como hace Henry con la intención, además, de convertirse por este camino en el amo y señor de nuestra libertad a costa de nuestro dinero. La afirmación de Henry, apuntada al principio de este artículo, es totalmente cierta, pero sólo si hace referencia a un sistema sanitario intervencionista y totalitario como el europeo. En el mundo real cada uno sabe mejor que nadie qué es bueno para él sin necesidad que nos lo imponga un tecnócrata desde un despacho.

Ante esta actitud absolutista, algunas organizaciones ya se han lanzado a la defensa del consumidor. El Instituto Juan de Mariana lanzará en breve un informe sobre la libertad de información de los medicamentos. Cuando lea el informe le va a sorprender lo que los gobernantes pretenden hacer con nuestras vidas y libertad.

Si lo que realmente queremos es hacer desaparecer las falsas enfermedades tendremos que revisar y pensar seriamente en eliminar, no la publicidad de unas empresas farmacéuticas cuyos productos usted compra si quiere, sino el intervencionismo de estado que genera una mentalidad irresponsable y de sálvese quien pueda, donde el premiado vive a expensas del trabajo de otros aun estando perfectamente sano.

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