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Carlos Semprún Maura

La boxe française

Los hechos, las pruebas y la normas judiciales se han tirado por la borda; lo que interesa a los medios y a los políticos es sacar tajada de estos rumores, infundios, calumnias y anónimos para matar al adversario.

En Francia los comentarios en torno a la muerte de Jean-François Revel han sido discretos, como me esperaba. Era un espíritu demasiado libre e independiente para recibir tantos crisantemos como cualquier cantautor de turno, del género Jean-Paul Sartre. Prometo ser menos discreto y volver en breve sobre el tema. Además era el puente de Mayo y tenemos entre manos el asunto Clearstream. Aquí, el primero de mayo no sale la prensa escrita, pero la radio y televisión funcionan normalmente y su discreción fue absoluta. Es ritual que ese día se desfile para conmemorar la muerte del movimiento obrero, pero éste año fue poco concurrido, en toda Francia hubo menos personas por las calles que en una sola raid-party, que contó con la asistencia de 80.000 participantes, con sólo una muerta por overdose y un puñado de hospitalizaciones.

Pero vayamos al grano Clearstream. El asunto es tan enrevesado que es difícil resumirlo, pero voy a intentarlo. En 2001, el ejecutivo de un banco con sede en Luxemburgo fue despedido. Para vengarse denunció a dicho banco por blanqueo de dinero y otras operaciones ilegales y fraudulentas. La Justicia realizó las habituales pesquisas y no encontró nada, o lo ocultó todo; con la Justicia nunca se sabe. En 2004, la Justicia francesa recibió cartas anónimas, escritas por un corbeau, como se dice aquí, incluyendo listas de nombres de personalidades de los negocios y de la política, que tendrían cuentas corrientes en el Banco Clearstream, y recibirían, no por misteriosas menos ilegales, subvenciones o mordidas. Los políticos citados eran cuatro: Nicolas Sarkozy, Alain Madelin, Jean-Pierre Chevénement y Dominique Strauss-Kahn. Se observará la perfecta paridad: dos de la mayoría, dos de la oposición. Pero, en realidad, de quien se trataba era de Sarkozy, el cual reaccionó de inmediato: interpuso querella y dijo –o dejó que se dijera– que era una conspiración contra él manipulada por De Villepin, el cual en este periodo fue sucesivamente ministro de Asuntos Exteriores, de Interior y primer ministro. La Justicia gala no encontró absolutamente nada que pudiera molestar a Sarkozy, pero la procesión seguía por dentro, y el registro judicial del despacho de Michèlle Alliot Marie, ministra de Defensa, destapó el escándalo. Porque con ese supuesto dinero sucio que circularía clandestinamente, estarían las extravagantes comisiones del asunto de "las fragatas de Taiwán", pero lo que nadie dice es que ese escándalo, por lo visto aún no resuelto, ocurrió en tiempos de la bondadosa presidencia de Mitterrand, con Roland Dumas en el papel de ministro de Asuntos Exteriores. Fue una de las tantas filesas sociatas en Francia.

El otro díaLe Mondepublicó las "confesiones" del general Rondot, experto de los servicios secretos, a quien De Villepin habría encargado una discreta investigación con el objetivo de pringar a Sarkozy y obstaculizar su carrera a la Presidencia. El general lo desmiente categóricamente, peroLe Mondeinsiste, basándose en informes de los jueces. Curiosamente, nadie pregunta al vespertino cómo se ha procurado documentos confidenciales, protegidos por el secreto de la instrucción. Claro, los hechos, las pruebas y la normas judiciales se han tirado por la borda; lo que interesa a los medios y a los políticos es sacar tajada de estos rumores, infundios, calumnias y anónimos para matar al adversario. La oposición exige la dimisión del primer ministro y éste responde que no va a dimitir porque se ha lanzado una campaña de calumnias y mentiras contra él. No le falta razón. Lo que también es cierto, es que este episodio deboxe française(en la que, como todo el mundo sabe, y Cebrián mejor que nadie, las patadas están autorizadas), demuestra cuán profunda es la rivalidad entre De Villepin y Sarkozy, y cuán necesario es que la oculten en lo posible, para mantener la ficción de la unidad de las derechas cara a las elecciones de 2007. O sea, mañana.

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