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Estados Unidos como obsesión

En su obsesión por hacer cabriolas publicitarias ante la Casa Blanca, Morales y Chávez hacen bromas con las masacres del siglo. Lo hacen ante las risas complacidas y divertidas de la clase política europea.

Uno de los fenómenos históricos que serán analizados dentro de unos años con sumo interés y curiosidad es la actual afición de Europa a la autoflagelación ante su identidad y su historia. Repleta de luces y sombras, aciertos y errores, la historia europea es reflejo de una historia humana ni mejor ni peor que la de otras partes del globo. Pero tal obviedad, banal y evidente, parece escapar a las élites intelectuales y políticas europeas, que abrazan obsesivos mitos irracionales.

Y es que Europa empieza a coger la costumbre de acoger cálidamente a todos aquellos que hacen fortuna insultando su legado. El solar europeo se ha convertido en el refugio donde dictadores y aspirantes a serlo descargan sus obsesiones con cierto éxito, ante el aplauso de unos europarlamentarios tan solidarios con los pueblos del mundo como bien alimentados por el régimen capitalista. Hijos engordados del liberalismo, acogen agradecidos a cualquiera capaz de alimentar sus obsesiones antiliberales y antiamericanas.

Hace escasas fechas, Evo Morales y Hugo Chávez pasearon tales obsesiones por la decrépita Europa. El primero ha demostrado poco en el tiempo que lleva al frente de Bolivia, aparte de saber robar a los jubilados bolivianos sus fondos de inversión; el segundo sigue sumiendo a su país en la incertidumbre, y juega obsesionado a ser el nuevo Che del continente. Lo hace quizá empujado por el fantasma de Bolívar, que según dicen cuenta con silla propia en su consejo de ministros. A dúo, ambos parecen conducir a sus países a la miseria económica, eso sí, obsesionados con fastidiar a EEUU a toda costa.

Poco tiempo les ha hecho falta para dar al mundo político y mediático europeo el caramelo que más le gusta, autoproclamándose "chicos malos del Imperio"; bolivianos y venezolanos pagarán las facturas de tales bravatas. Más grave es la segunda bufonada de los nuevos socios de Rodríguez Zapatero, denominando con sorna "eje del mal" a la alianza Caracas-La Habana-La Paz. La expresión, por encima del conocido analfabetismo histórico de los protagonistas, trae evocaciones espeluznantes; desde el "Imperio del Mal", autor del mayor número de asesinatos de la historia, al moderno "Eje del mal" citado por Bush, en el que millones de coreanos mueren de hambre mientras se impulsa su poder nuclear. Igual número de iraníes fue lanzado indefenso contra los ingenios bélicos de Sadam hace unas décadas.

En su obsesión por hacer cabriolas publicitarias ante la Casa Blanca, Morales y Chávez hacen bromas con las masacres del siglo. Lo hacen ante las risas complacidas y divertidas de la clase política europea. A ésta le importa bastante poco la suerte de venezolanos y bolivianos; al fin y al cabo lleva medio siglo condenando a Cuba a ser el burdel del mundo. Todo con tal de estar frente a Estados Unidos y la tradición democrático-liberal europea de la que son hijos. Por ello, materia no faltará a los historiadores del futuro.

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