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Pablo Molina

Con flores a Permach

Las mismas que hoy regalan un capullo a los diputados, se hacían fotos con Arafat, terrorista convicto, dictador confeso y multimillonario a costa del sufrimiento de su pueblo.

Alguien tendrá que explicar algún día de dónde le vienen a la farándula esos profundos conocimientos en derecho político, para atreverse a dictar con tanta frecuencia a la sociedad y sus representantes cómo deben conducirse. Cada uno es experto en el terreno que maneja: los zapateros en el mundo del calzado, los carpinteros en la madera y la farándula española en trincar subvenciones. Punto. En el resto de asuntos, su opinión importa lo mismo que la de un okupa en materia de urbanismo.

La campaña de las actrices a favor de la rendición ante la ETA no ha sorprendido a nadie. El común denominador que aglutina al submundo progre, es la sumisión a todo totalitarismo con la única condición de que sea de izquierdas y/o antiamericano. Las mismas que hoy regalan un capullo a los diputados, se hacían fotos con Arafat, terrorista convicto, dictador confeso y multimillonario a costa del sufrimiento de su pueblo; todas con la servilletita enrollada al cuello, que como símbolo de emancipación femenina no está nada mal.

Hoy pregonan la rendición del estado de derecho frente al terrorismo como el ejercicio legítimo de un gobierno democrático. Sin embargo, durante la guerra de Irak no se privaron de realizar performances (rectius, chorradas) en las plateas del congreso ni de llamar asesinos a los miembros del gobierno de entonces, lo que nos lleva a una segunda nota característica de la izquierda: la democracia sólo es válida si mandan los suyos.

Hay otras mujeres que eligieron antes el color blanco como símbolo de su protesta. En Cuba, paraíso soñado por todos los progres del mundo (aunque incomprensiblemente ninguno se traslada allí a gozar las mieles del paraíso socialista), las esposas de los disidentes encarcelados por la dictadura castrista se manifiestan periódicamente vestidas de ese color. Ni se rinden ni le piden a los demás que lo hagan. Al contrario, exigen lo único que da sentido a la vida humana, la libertad.

Las cómicas españolas han llegado tarde al color blanco, pero aún a tiempo de mancharlo. Quizás debieran cambiar el color del capullo por el rojo-sangre leninista. Quedaría mucho más apropiado.

En España

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